Artículo Volumen 9, n.º 2, 2021

Impacto de la Movilidad Académica Internacional en el empoderamiento económico de las mujeres en Nl

Autor(es)

Patricia Rebeca Sepúlveda Chapa, Rosa Enelda López Fuentes, Olga Nelly Estrada Esparza

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RESUMEN

La igualdad de género es un principio en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y, actualmente, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en busca de empoderar a todas las mujeres y niñas. Es por esto que el tema del empoderamiento de las mujeres se ha vuelto un aspecto primordial en la agenda de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), así como en los gobiernos nacionales.

Este estudio propone vincular la movilidad académica internacional con el empoderamiento económico de las mujeres en el estado de Nuevo León, México. Para el desarrollo de esta investigación se utilizó el método cualitativo a través de entrevistas, por medio de historias de vida, cuyo principal hallazgo corresponde a un cambio actitudinal en las entrevistadas respecto de sus experiencias estudiantiles y laborales en el extranjero, lo que de alguna manera amplió su visión en cuanto a oportunidades laborales y posibilitó una solvencia económica que las dotó de independencia y libertad, en contraste con lo que se observaba en el pasado.

 

ABSTRACT

Gender equality is a principle in the Universal Declaration of Human Rights of 1948 and currently, in the United Nations Sustainable Development Goals, which seek to empower all women and girls to achieve it. This is why the issue of women’s empowerment has become a primary aspect in the agenda of the United Nations Entity for Gender Equality and the Empowerment of Women (UN Women), as well as in the national governments. This study proposes to link international academic mobilty with the economic empowerment of women in the state of Nuevo Leon, Mexico. For the development of this research, the qualitative method is used through interviews (life stories) where the main finding has been that the women interviewed found an attitudinal change as a result of their student and work experiences abroad. What somehow broadened their vision of job opportunities and with it, having an economic solvency that endowed them with Independence and freedom in contrast to what they observed in the past.

 

INTRODUCCIÓN

Desde el momento de nacer, a las mujeres y a los hombres se les asignan roles diferenciados en concordancia con su género como construcción social. Esta construcción es lo que les determina para la realización de ciertas prácticas sociales, basada principalmente en el sexo biológico. Tal como lo establecen Money y Ehrhardt (1982), la sexualidad es la que proporciona los elementos básicos de diferenciación sexual que no se pueden erradicar, como que las mujeres tengan la capacidad de menstruar, gestar y lactar, mientras que los hombres no.

El rol de género se ha convertido en un tema significativo, puesto que es una conducta estereotipada por la cultura y puede modificarse, dado que se refiere a las tareas que se espera realice una persona en función del sexo al que pertenezca. Por ejemplo, tradicionalmente se han asignado a los hombres roles como políticos, mecánicos, jefes de familia, tomadores de decisiones, entre otros, es decir el rol productivo; y a las mujeres, los roles de amas de casa, madres, maestras, enfermeras, entre otros (Inmujeres, 2004). Es por esto que es importante promover el empoderamiento de las mujeres y buscar un entorno equitativo dentro del hogar para que ambos géneros realicen sus obligaciones por igual, ya que es dentro del ámbito doméstico en que las mujeres ejercen mayor carga de trabajo y se les dificulta integrarse al capital social para empoderarse (Estrada, 2012).

Sin economía personal las mujeres no lograran empoderarse. De Beauvoir (1999) lo expone en los siguientes términos en su obra El Segundo Sexo: “Mediante el trabajo la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa” (p. 221). Asimismo, las organizaciones e instituciones deben garantizar políticas públicas para lograr la integración de las mujeres en puestos iguales a los que ocupan los hombres.

VeneKlasen y Miller (2002) definen el empoderamiento de las mujeres como un proceso por el cual sus vidas se transforman en el sentido de pasar de un poder limitado a uno mayor. Es por tal razón que empoderar a las mujeres y niñas y buscar la igualdad de género debiesen ser objetivos fundamentales de cualquier Estado, ya que, en teoría, las mujeres deben gozar de los mismos derechos que los hombres; sin embargo, en la práctica no siempre es así.

A partir de la fabricación de instrumentos para la caza y la agricultura, en especial el arado, se originó la división sexual del trabajo, la propiedad privada y, con ello, el patriarcado, que se entiende como la organización social en que la autoridad es ejercida por un varón (Estrada y Ochoa, 2015). Es decir, las mujeres eran consideradas propiedad de los hombres y no tenían derechos, ni control sobre su cuerpo; no podían votar, no podían poseer bienes materiales, entre otras cosas. En la actualidad, las mujeres pueden votar en algunos países del mundo, pueden poseer bienes materiales, pueden salir a trabajar, pueden generar más ingresos, pero, aún así, sigue existiendo una desigualdad, la cual está reflejada en la carga del trabajo doméstico y la reproducción.

Según datos relativos a 89 países, existen 4,4 millones más de mujeres que viven en la extrema pobreza en comparación con los hombres:

[…] las desigualdades con base en el género aún existen en todos los países, en todos los grupos sociales y son relevantes en todas partes. Se ha hecho un análisis mirando a todos y cada uno de los ODS y en todos se ha encontrado que las mujeres están en peor lugar que los hombres (Duarte, 2018).

De acuerdo con la ONU, la tierra no les pertenece a las mujeres, y conocer la propiedad de la tierra es una tarea casi imposible porque son muchos los países que no cuentan con censos o que tienen registros limitados. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), fundada en 1945, cuenta desde 2010 con una base de datos online sobre género y acceso a la tierra que demuestra la desigualdad en la titularidad de la tierra no solo en África, sino en todo el mundo. Si bien en América se reconocen la igualdad de derechos entre mujeres y hombres en cuanto al acceso a la tierra, en la práctica los datos demuestran las dificultades para lograr una titularidad compartida. Según los datos de la FAO, destacan Chile, Perú y Panamá con porcentajes cercanos al 30%, mientras que Guatemala es el país más desigual de la región, con un porcentaje de 7,8. Por otro lado, el país más desigual de que se tienen datos es Arabia Saudí, con unas cifras que no llegan ni al 1%. Burundi, el país de Aline Niyonizigiye, no figura en esta estadística. Además, solamente el 1% de las propiedades pertenece a las mujeres y el otro restante le pertenece a los hombres. Esto es preocupante, ya que las estadísticas muestran una inevitable inequidad contra el género femenino en cuestión de bienes y propiedades.

A pesar de que la dinámica de la globalización ha transformado no solamente los aspectos económicos o comerciales, sino también los aspectos políticos, sociales, tecnológicos e incluso educativos, se puede notar que aún existen desigualdades en los países y entre los individuos.

En 1951, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estableció un convenio relativo a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor, pero 66 años después, según el informe La Lucha por la Equidad de Género: Una Batalla Cuesta Arriba de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2017), aún existen desigualdades de género en la vida económica y social en todo el mundo. Este informe indica que las mujeres jóvenes de los países pertenecientes a dicha organización cuentan con mayor educación que los hombres, pero con una menor probabilidad de conseguir trabajo remunerado.

También en este informe se confirma que México es uno de los países de la OCDE que tiene mayores brechas de empleo por género, en la cual se puede apreciar que el promedio de México es de 16,7% sobrepasando al promedio general de la OCDE que se encuentra en 14,3%. Además, es importante recalcar que, en la actualidad, muchas mujeres cuentan con un trabajo informal, inseguro, mal remunerado y sin protección de la ley. El informe también menciona que aún existen barreras para que las mujeres puedan acceder a un buen puesto laboral, tales como los estereotipos, la cultura de largas jornadas laborales, la violencia en el hogar y en el espacio público y el acceso a la justicia.

También es importante agregar que la desigualdad en los ingresos entre mujeres y hombres sigue siendo llamativa y la participación femenina en la fuerza laboral está rezagada. El promedio general de la OCDE en el tema de desigualdad de los ingresos es de un 10% comparado con un 20% en México.

Otro punto importante es que, a escala mundial, tres de cada cuatro hombres en edad de trabajar forman parte de la población activa, frente al 50% en el caso de las mujeres en edad de trabajar. Entre la población ocupada, las mujeres representan aproximadamente dos tercios del total de trabajadores en negocios familiares sin percibir remuneración directa por ello (OIT, 2015). Además, las mujeres siguen recibiendo, en todo el mundo, un salario diferente por un trabajo de igual valor y tienen menores probabilidades que los hombres de cobrar una pensión, lo que resulta en grandes desigualdades en términos de ingresos a lo largo de su vida. Mundialmente, los salarios de las mujeres son 24% inferiores a los de los hombres, e incluso en países como Alemania, donde las políticas son cada vez más favorables al empleo femenino, las mujeres obtienen en promedio a lo largo de su vida un ingreso equivalente a la mitad del que perciben los hombres (Cichon, 2014).

En el ámbito empresarial, el informe de la OCDE recalca que las mujeres son menos propensas a ser empresarias y se encuentran subrepresentadas en puestos de liderazgo privado y público. Para confirmar este punto, el Global Entrepreneurship Monitor (Monitor de Emprendimiento Global, GEM), en su reporte global 2018-2019, menciona que hay 7 mujeres empresarias por cada 10 hombres empresarios y que países como Indonesia, Tailandia, Panamá, Catar, Madagascar y Angola cuentan con tasas iguales en cuanto a la tasa de actividad emprendedora (TEA) entre mujeres y hombres. Dos regiones, este y sur de Asia, y América Latina y el Caribe, muestran más igualdad de género que las economías de las demás regiones; México no fue parte de este estudio, por lo que no se tienen datos específicos para esta investigación.

En el ámbito político y de liderazgo, la Unión Interparlamentaria de la ONU (2019) indica que solo el 90% de los Jefes de Estado y de Gobierno son hombres, al igual que el 76% de los parlamentarios. Aunque ha habido un pequeño aumento en la representación de las mujeres en la política, en algunos países más que en otros, para llegar a la paridad se necesitan unos 107 años. Esto quiere decir que la proporción mundial de mujeres en los parlamentos ha aumentado comparándose con el año 2017; sin embargo, la representación de las mujeres en un alto nivel ha disminuido de un 7,2% a un 6,6% (de 153, 10 son mujeres) y del 5,7% de jefas de gobierno al 5,2% (de 193, 10 son mujeres). La presidenta de la Asamblea General, María Fernanda Espinosa, pidió una acción más fuerte de los países en este ámbito.

Respecto de los puestos de alta dirección a nivel mundial, el estudio Women in the boardroom: a global perspective (2017) remarca que la presencia de mujeres en consejos de administración es de tan solo 15%, aunque ha ido aumentando año a año. En México existe poca participación de mujeres en consejos de administración.

En cuanto al ámbito económico, el aumento de la educación de las mujeres y las niñas contribuye a un mayor crecimiento económico. Un mayor nivel educativo da cuenta de aproximadamente el 50% del crecimiento económico en los países de la OCDE durante los últimos cincuenta años (OCDE, 2012). Asimismo, según estudios realizados en países dentro de la OCDE y en algunos países no miembros, el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo produce un crecimiento económico más rápido (OCDE, 2012, p. 17). Sin embargo, en todas las regiones las mujeres trabajan más que los hombres: realizan casi dos veces y media la cantidad de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados; si se combina el trabajo remunerado y el no remunerado, en casi todos los países las mujeres trabajan más horas al día que los hombres (ONU, 2010).

La participación de las mujeres mexicanas en el mercado laboral en las últimas décadas significó la transformación política, social y económica del país. Actualmente, la participación de las mujeres es reconocida en todos los ámbitos de la vida pública, más allá del trabajo doméstico (UNAM, 2013).

Siguiendo esta transformación, es durante los años setenta que se dio la incorporación masiva de las mujeres al trabajo. En el caso de México, esta incorporación se vio más marcada en los años noventa. Rendón (2003) afirma que durante 1990 se aceleró el paulatino proceso de feminización de la fuerza de trabajo en México, lo que acentuó el incremento de la participación laboral femenina, el cual se ha visto reforzado por la restructuración del aparato productivo y el deterioro de las condiciones económicas que priman en nuestro país. Para el año de 1990, la población económicamente activa era de 5.644.588 mujeres.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del año 2016 refiere que, en el tercer trimestre de 2016, 20,8 millones de mujeres de 15 y más años forman parte de la Población Económicamente Activa (PEA) del país. La tasa de participación económica es 43,9%. La suma de mujeres ocupadas es de 19,9 millones, principalmente en el sector terciario, como comerciantes (33,1%), servicios diversos (19,3%), servicios sociales (16,8%) y restaurantes y servicios de alojamiento (14,3%); el 17,1% se encuentra en el sector secundario y el 3,8% en el sector primario. De las mujeres ocupadas, el 23,3% trabaja por cuenta propia, el 2,3% corresponde a empleadoras y el 7,5% no recibe remuneración por su trabajo.

De la misma manera, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres, 2013) ha destacado que, en el ámbito social, las mujeres realizan las actividades de cuidados, independientemente de si participan en actividades económicas; además, son las únicas cuidadoras de sus hogares. También están expuestas a la violencia de género en el ámbito escolar, ya que en algunos países las niñas son objeto de violencia por el hecho de asistir a la escuela, mientras que en otras regiones pueden sufrir acoso sexual e incluso algunas mujeres están expuestas a la trata de personas con fines de explotación sexual.

En los ámbitos mencionados anteriormente, México ha demostrado algunos progresos y otros retrocesos en aspectos como el logro de la igualdad entre mujeres y hombres, la participación de las mujeres en el ámbito laboral, las tasas de inscripción en la universidad, entre otras.

4. LA GLOBALIZACIÓN Y SU IMPACTO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

El vocablo globalización fue utilizado por primera vez en 1985 por Thedore Levitt, economista estadounidense y profesor de la escuela de negocios de Harvard. En su artículo Globalization of Markets hace referencia a los cambios que sufría la economía internacional en ese momento. Otros autores mencionan que el término comenzó a ser utilizado como tal hacia finales de la década de los sesenta y principios de la década de los setenta, periodo en el cual el sistema internacional observó una creciente interdependencia económica y política, a la vez que se planteó la necesidad de formular explicaciones a fenómenos locales o nacionales en función de acontecimientos externos e internacionales (Held y McGrew, 2000).

En las últimas décadas del siglo XX y principios del nuevo milenio, las innovaciones tecnológicas y los cambios políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales generados por el proceso de la globalización mundial han sido sorprendentes. Como se hizo mención en párrafos anteriores, Tünnerman (1999) afirma que:

[…] la globalización no se limita al aspecto puramente económico; en realidad, es un proceso multidimensional que comprende aspectos vinculados a la economía, las finanzas, la ciencia, la tecnología, las comunicaciones, la cultura, la política, etc. (p. 62).

Asimismo, la globalización implica oportunidades y retos para todo el mundo: uno de estos retos está relacionado con la difusión del conocimiento, y la educación surge como un tema de gran relevancia, con un papel cada vez más importante no solo en la formación de profesionales, sino también en la generación de nuevos conocimientos que respondan a las necesidades de la sociedad actual.

La globalización en la educación se puede definir de diversas maneras. Según Knight y De Wit (1998), las definiciones más importantes y adecuadas para analizar la dimensión internacional del sector de educación superior son las siguientes:

  1. La globalización es el flujo de tecnología, economía, conocimientos, personas, valores e ideas a través de las fronteras. Afecta a cada país de manera diferente en virtud de la historia, las tradiciones, la cultura y las prioridades de cada nación.
  2. La internacionalización de la educación superior es una de las maneras en que un país responde a las repercusiones de la globalización, no obstante que respeta la idiosincrasia de la nación.

Por consecuencia, globalización e internacionalización de la educación superior están relacionadas, ya que la última es una respuesta de la primera. De esta manera, la globalización se define como la realidad formada por una economía mundial cada vez más integrada, en que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han creado una nueva forma de comunicación instantánea, la aparición de una red de conocimiento internacional, el papel de la lengua inglesa como lengua dominante de la comunicación científica y otras fuerzas más allá del control de las instituciones académicas y la internacionalización, lo que incluye una variedad de políticas y programas que las universidades y los gobiernos implantan para responder a esta globalización (Altbach, Reisberg y Rumbley, 2009).

Según Parra (2007), la educación universitaria se caracteriza por la creación de programas en línea o a distancia, el acceso de las empresas a los recursos académicos a través de franquicias para ofrecer uno o varios programas, la instalación de sucursales de campos a través de universidades virtuales, la creación de proyectos a través de la realización de investigaciones conjuntas, la elaboración de currículos y la modificación de la oferta de servicios educativos.

Es por esto que la internacionalización de la educación superior en el mundo ya no es una opción para las universidades, sino un imperativo y un reto permanente para hacer de sus estudiantes ciudadanos del mundo, personas con una conciencia crítica y la obligación de salir de su zona de confort para asumir los desafíos de un mundo globalizado y demandante.

Beelen (2011), en su artículo La Internacionalización en Casa en una Perspectiva Global, afirma que el foco principal de las Instituciones de Educación Superior (IES) es la preparación de los estudiantes para un mundo globalizado. Al mismo tiempo, se ha evidenciado que este objetivo no se alcanzará mediante la movilidad hacia afuera, ya que continuará siendo una herramienta para una pequeña minoría de estudiantes; solo el plan de estudios puede proporcionar al graduado las competencias interculturales e internacionales necesarias. Esto quiere decir que solo una mínima parte de la población mundial puede tener acceso a estudiar en el extranjero, ya sea por causas económicas, políticas, sociales y/o culturales, pero gracias al desarrollo tecnológico se considera posible estudiar un idioma, un curso e incluso un posgrado en línea. La movilidad académica no solo debería ser un privilegio de países industrializados o personas con capital económico, sino una estrategia para el desarrollo de la educación superior.

De esta forma, se puede observar que la internacionalización es un término que significa diferentes cosas para diferentes personas. Para algunos, significa una serie de actividades como la movilidad académica para estudiantes y profesores; redes internacionales, asociaciones y proyectos; nuevos programas académicos e iniciativas de investigación. Para otros, significa la transmisión de educación a otros países, a través de nuevas disposiciones, como las sucursales de universidades o franquicias, utilizando una variedad de técnicas cara a cara y a distancia (Knight, 2008).

De esta manera, en la Conferencia de la Unesco (1998a), se estableció que:

[…] la educación superior ha dado sobradas pruebas de su viabilidad a lo largo de los siglos y de su capacidad para transformarse y propiciar el cambio y el progreso de la sociedad. Dado el alcance y el ritmo de las transformaciones, la sociedad cada vez tiende más a fundarse en el conocimiento, razón de que la educación superior y la investigación formen hoy en día parte fundamental del desarrollo cultural, socioeconómico y ecológicamente sostenible de los individuos, las comunidades y las naciones (p. 262).

Lo anterior refiere la necesidad de contar con profesionales preparados al más alto nivel en todas las áreas. En este sentido, el intercambio internacional resulta indispensable para conocer los avances en otros países y, además, para alcanzar un mejor entendimiento de su realidad actual.

Por lo tanto, la internacionalización de la educación superior es una clave para formar profesionales capaces de adaptarse y actuar en la escena internacional. Dentro de este proceso participa la movilidad académica internacional, la cual es un fenómeno en desarrollo que ha sufrido un aceleramiento en los últimos años.

Entendiendo que el término movilidad de estudiantes implica estudiar fuera del lugar de la institución de origen, en un contexto internacional, los estudios en el extranjero, estudiantes y académicos internacionales y flujos de estudiantes internacionales evocan la idea de la migración de estudiantes y personal académico de un país hacia otro, con el fin de obtener algún grado académico o entrenamiento en una disciplina específica (Altbach, 1989).

La movilidad estudiantil es la principal faceta de la internacionalización de la educación superior. El proceso de internacionalización comprende una gama de actividades muy amplia, que incide en la circulación internacional de estudiantes. Una de esas actividades es la provisión de servicios de educación superior en el extranjero y algunos ejemplos podrían ser los programas de educación a distancia que se realizan en sedes extranjeras, los programas gemelos, la instalación de sedes locales de universidades extranjeras, los acuerdos de franquicia y los programas articulados entre universidades locales y extranjeras. Muchas veces este tipo de programas suele comprender o derivar en movimientos internacionales de estudiantes, a menudo por períodos cortos (Knight, 2005; OCDE, 2004).

De una manera menos directa, la participación en congresos, proyectos de investigación, intercambios de investigadores y otras actividades de cooperación entre universidades aumenta la vinculación internacional de muchas universidades. Otro factor de gran relevancia en la expansión de la educación internacional es la enseñanza de una segunda lengua; el dominio de la misma, que en la mayoría de los casos es el inglés, es un requisito para poder estudiar en el extranjero (Wagner, 1998). En este sentido, la Unesco (1998b) ha señalado la importancia de estimular la movilidad académica y profesional, con el fin de favorecer el proceso de integración económica, educativa, política y cultural para fortalecer los proyectos de cooperación horizontal, la creación de nuevas redes universitarias, redes de posgrado y las instancias de intercambio.

Asimismo, como un gran número de empresas se está posicionando en la competencia internacional, se prevé que habrá un notable incremento en la demanda de empleados interculturalmente competentes. Los educadores usan los términos estudiar en el extranjero, experiencia internacional o educación internacional en el extranjero de manera intercambiable; sin embargo, de acuerdo con el American Council on Education (2000), una experiencia internacional incluye el aprendizaje de un idioma extranjero, recibir estudiantes internacionales o estudiar, trabajar o viajar al extranjero. En estos casos, la participación internacional podría incluir las posiciones nacionales con movilidad geográfica, interactuando con los representantes de otras culturas, la adaptación de productos y servicios a nuevos mercados, la cooperación con los socios internacionales y trabajar con un equipo intercultural (Douglas y Jones-Rikkers, 2001).

Las experiencias en el extranjero, a menudo, se comercializan como la preparación para una carrera de negocios internacionales, una forma de ampliar las perspectivas internacionales e interculturales. Otras ventajas propuestas de estudios en el extranjero para las carreras de negocios incluyen el aumento de habilidades interpersonales y una comprensión más amplia de las prácticas comerciales internacionales (Henthorne; Miller y Hudson, 2001; Sideli; Dollinger y Doyle, 2003).

Estos estudios sugieren que los empleadores consideran el estudiar en el extranjero como algo favorable y creen que ayuda a desarrollar habilidades altamente deseables para la promoción profesional; en la mayoría de los casos, la inclusión de una experiencia en el extranjero en un currículo vitae es una ventaja; además, tener una experiencia en el extranjero es beneficioso en el aumento de las propias oportunidades de carrera. El estudio realizado en 119 Fronteras, titulado The Interdisciplinary Journal of Study Abroad 100 Human Resource Managers and Directors, demuestra que los empleadores consideran que la cualidad más importante para un potencial candidato para cierto puesto son las habilidades interpersonales (Doorbar, 2003a). El mismo estudio indica que los empleadores creen que muy probablemente los candidatos que estudiaron en el extranjero poseen fuertes habilidades interpersonales (Doorbar, 2003b).

1.1. Género y movilidad académica internacional

El término movilidad académica internacional se define en términos de educación superior como estudiar en el extranjero, el estudio de idiomas, cursos, posgrados, por mencionar algunos.

La educación goza oficialmente de la condición de derecho humano desde que se adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. Desde entonces, se ha reafirmado en numerosos tratados mundiales de Derechos Humanos, comprendidos en la Convención de la Unesco relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza (1960), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966) y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1981).

En este ámbito se han generado cambios y mejoras, como lo refiere la ONU (2015) al señalar que “si se les facilita a las mujeres y niñas igualdad en el acceso a la educación, se impulsarán las economías sostenibles y se beneficiará a las sociedades y a la humanidad en su conjunto”. Es decir, se requiere empoderar a las mujeres por medio de la educación debido a que las universidades están buscando formar a sus estudiantes de acuerdo con las competencias que el mercado laboral actual está creando, por lo que la dinámica de la educación evidencia la importancia de la movilidad académica internacional en el proceso de formación de los profesionales del futuro.

Es por esto que la universidad es una de las instituciones con mayor peso en la sociedad, experimentando grandes cambios desde su origen hasta nuestros días. Es un lugar físico en que se reúnen estudiantes y profesores para intercambiar información, pero, debido al mundo cambiante en el que se vive y las novedades técnicas a las que se enfrentan las nuevas generaciones, en algunos aspectos la universidad deja de ser algo físico al existir cursos y sistemas, utilizando la computadora desde la casa.

De esta manera, la globalización necesita de la educación y ejerce una gran influencia sobre ella, por lo cual es necesario internacionalizar las universidades para fortalecer las capacidades docentes, la investigación y la innovación con la finalidad de volverse competitivo ante la demanda global. Así, la internacionalización de la educación superior es necesaria para que las universidades formen a sus estudiantes y estos sean capaces de desarrollar habilidades para ser competitivos en un mundo globalizado, siendo necesario pensar globalmente y actuar localmente, esto quiere decir que es necesario que profesores y estudiantes entiendan que lo que están enseñando o aprendiendo no se haya en un contexto local, sino en uno global y que todo el trabajo desarrollado tiene una dimensión internacional. Si una universidad no entiende esto, va a perder su perfil y no podrá competir con otras instituciones que tengan este enfoque (Uribe, 2014).

La incorporación masiva de las mujeres en la universidad es una gran transformación social producida a partir de las últimas décadas del siglo XX. El ingreso femenino en la educación superior, la creación del conocimiento y el acceso al trabajo bien remunerado forman parte de estos cambios (Muñoz, 2006).

De esta manera, el acceso a la educación superior y la inserción en las carreras universitarias representan una inversión con un efecto positivo sobre el empleo, el ingreso, el crecimiento económico y la igualdad social (OCDE, 2012). Este proceso globalizador ha generado más desarrollo  para las mujeres con acceso a educación, puesto que su participación ha sido mayor en los ámbitos político, social y económico a nivel mundial.

Con acceso a la educación, las mujeres obtendrán un mejor trabajo, mejorarán sus niveles de salud e incluso podrán independizarse económicamente hablando. Estos puntos son esenciales para su bienestar y sus proyectos de vida.

Por todo lo anterior, la educación es para las mujeres, además de un recurso para su integración económica, un recurso importante para su empoderamiento, para reconocer y ejercer sus derechos y para alcanzar su autonomía y autodeterminación. El proceso de empoderamiento femenino es un camino largo y la educación es un factor importante para su logro con consecuencias positivas en diversas esferas de sus vidas. Así lo muestran los datos: las mujeres con mayor educación cuentan con más recursos para tomar decisiones sobre su salud y sus derechos sexuales y reproductivos, orientándose, cada vez más, hacia una maternidad deseada y con mejores prácticas en torno a nutrición y salud, que se observan en mayores probabilidades de sobrevivencia infantil. En el plano laboral, la alta educación se vincula con el incremento de expectativas personales, proyección en el trabajo y amplitud de la gama de actividades que dispuestas a realizar. Además, determina mayores probabilidades de incorporarse y permanecer en el mundo laboral formal, ganar un salario más alto y contribuir más directamente a la productividad económica de las naciones. Por último, existe una relación directa entre nivel educativo y el acceso a posiciones de poder y prestigio en el ámbito productivo, social y político (Inegi, 2012).

Según el Reporte Open Doors (2018), en el curso académico 2017-2018, 15.468 estudiantes de México estudiaban en Estados Unidos, número que disminuyó en comparación con los tres años anteriores. En este periodo, 8.802 mexicanos estudiaron un nivel de licenciatura y 3.839 estudiaron un posgrado.

Según la Encuesta Nacional de Movilidad Estudiantil Internacional de México, Patlani, en 2014-2015 y 2015-2016, 29.401 estudiantes nacionales se reportaron con movilidad saliente y la mayor parte se dio en instituciones públicas, siendo el campo de formación más importante el de las ciencias sociales, administración y derecho. Dentro de este estudio, la UANL se encontró en un sexto lugar, mientras que el Instituto Tecnológico y De Estudios Superiores de Monterrey destacó en el primer lugar. Es importante mencionar que un 55% de estudiantes nacionales con movilidad saliente son mujeres y un 45% son hombres, lo cual es algo positivo y representativo en cuanto a la feminización de la matrícula de la educación superior en México.

 

1.2 La igualdad de género y el empoderamiento económico de las mujeres

La lucha de las mujeres por lograr ser reconocidas y valoradas fue el punto de partida para lograr la ciudadanía y poder ingresar al trabajo asalariado y a la educación. El feminismo abrió la puerta a la conciencia de que las mujeres deberían participar en la vida pública también. Se trata de toda una historia de participación ciudadana de mujeres empoderadas y de avanzada que abrieron puerta a derechos y reconocimiento para ser económicamente activas (Estrada y Zárate, 2017).

La lucha para que ingresaran las mujeres a la educación es otro logro más para la independencia laboral y económica y, sobre todo, para el ingreso masivo de las mujeres a la universidad en los años ochenta (Estrada e Izquierdo, 2011). Este fenómeno ha formado parte integral para el cambio social y económico de las mujeres y hoy lo es más gracias a la globalización.

En gran medida, la globalización ha mejorado la vida de las mujeres en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo, por lo que resulta claro que si se quieren crear economías más fuertes, así como lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas y reconocer a las mujeres en el campo laboral, es fundamental empoderarlas para que participen plenamente en la vida económica en todos los sectores (ONU Mujeres, 2010).

El empoderamiento de las mujeres es instrumentalmente valioso, ya que promueve el desarrollo económico, permitiéndoles prosperar y desarrollar libremente su pleno potencial como trabajadoras talentosas y productivas, madres, cuidadoras y jefas de hogar, siendo aún más responsables que los hombres en muchos países (King y Mason, 2001).

 

2. METODOLOGÍA

La técnica utilizada para esta investigación es de índole cualitativa, con entrevistas enfocadas en historias de vida, en el marco del método biográfico. Su núcleo principal es el análisis de transcripciones de los relatos de una persona sobre su trayectoria de vida personal, trabajo y dificultades y éxitos en momentos concretos. Es un método biográfico narrativo, pues se indaga en la vida pasada y actual para recoger la información y datos de manera cualitativa. Las entrevistas buscan profundidad para suscitar charlas y diálogos más bien extensos.

2.1. Descripción del instrumento

El instrumento utilizado consistió en la elaboración de un guión basado en proyectos internacionales, tales como Measuring Women’s Empowerment as a Variable in International Development (Midiendo el Empoderamiento de la Mujer como una Variable en el Desarrollo Internacional), de Malhotra et al. (2002); International Center for Research on Women, con su estudio Understanding and Measuring Women’s Economic Empowerment: Definition, Framework and Indicators (Entendiendo y Midiendo el Empoderamiento Económico de las Mujeres: Definición, Marco de Referencia e Indicadores) de Golla; Malhotra, Nanda y Mehra (2011) y, por último, Measuring Women’s Economic Empowerment: Companion to a Roadmap for Promoting Women’s Economic Empowerment” (Midiendo el Empoderamiento Económico de las Mujeres: Compañía en un Itinerario para Promover el Empoderamiento Económico de las Mujeres), de Buvinic y Furst-Nichols (2013), de la Fundación de las Naciones Unidas y Exxon Mobil.

A nivel nacional, en México se consideraron algunos cuestionamientos de un proyecto del Instituto Nacional de las Mujeres y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, creado por Hernández y García (2008), que contempló la creación de un instrumento para medir el empoderamiento de la mujer.

2.2. Perfil de las entrevistadas

La muestra seleccionada es de seis mujeres que tienen más de 25 años y son originarias del estado de Nuevo León, México, y se encuentran activas laboralmente hablando; además han experimentado movilidad académica internacional y, posteriormente, regresaron a México para continuar ejerciendo su profesión.

Para desarrollar las entrevistas, se invitó a participar a expertas en los siguientes campos laborales:

  1. Sector académico (dos).
  2. Sector empresarial (dos).
  3. Sector público (dos).

 

3. RESULTADOS

Se desarrolla la visión de las entrevistadas en relación con su visión de la vida ante una oportunidad de movilidad académica internacional, comenzado por cuestionar de dónde surge el interés por tal empresa. Tres de ellas relatan sus intenciones de aprender otros idiomas; una fue motivada por su abuela; otra por los deseos de hacer un posgrado en el extranjero; y otra, por recomendación de un amigo, pudo obtener una beca para estudios universitarios y así pudo conocer las opciones de movilidad internacional. Sobre el tipo de estancia que realizaron, dos estudiaron inglés por unos meses en Canadá e Inglaterra; una estudió el preuniversitario en Estados Unidos; dos estudiaron un año de maestría en Barcelona y Estados Unidos; las otras dos han realizado estancias cortas en Italia, Colombia, Panamá y El Salvador.

También mencionan que, respecto de la obtención de financiación, la mayoría contó con algún tipo de beca o subsidio laboral para cubrir sus gastos. Es decir, sin ayuda externa la mayoría de las mujeres no hubieran podido asistir al extranjero. Al obtener una beca institucional, pudieron migrar y realizar una estancia de estudios. Es muy importante notar que las instancias gubernamentales, privadas y educativas han cumplido una función de alto impacto en la educación y se invita a seguir este canal para que más mujeres puedan invertir su tiempo y vida en la educación que les proveerá un beneficio excepcional para sus vidas y su entorno.

Posteriormente, se les preguntó sobre las dificultades que encontraron para realizar una movilidad académica internacional. La mayoría relata que las cuestiones económicas, los trámites administrativos y legales y la renuncia a su empleo fueron las principales. Una de ellas menciona que recibió comentarios que ponían en duda su decisión y las implicancias para su desarrollo profesional al comunicar que abandonaría su trabajo, sin que esto la detuviera:

Fui cuestionada por mis amigos, aunque no fue tanto familiar, sino más de amigos. Me decían: “cómo puedes dejar una gerencia, estas súper chava, ¿cómo es posible?, eres la que más gana del grupito y lo dejas por irte a Canadá” (Sector Publico 1).

De igual manera, respecto de las dificultades, declaran de manera unánime que el ser mujer no ha representado una dificultad para viajar al extranjero. En cambio, al hablar de algún tipo de discriminación por su nacionalidad, dos de ellas destacan que al ser mexicanas eran recibidas más cálidamente. Sin embargo, el resto detalla que se sintieron menospreciadas intelectualmente por su origen latino, o bien atacadas con prejuicios durante las revisiones en los aeropuertos:

Si, en una ocasión alguien me dijo: “no quiero estar en tu equipo”. Éramos dos chicas mexicanas que nos llevábamos muy bien y trabajábamos muy bien. La razón por la cual no quería estar con nosotros es porque decía: Los mexicanos son muy mensos” (Sector Empresarial 2).

Fue en España, totalmente, por ser latina, no sé si por ser mexicana, pero sí por ser latina, en Barcelona (Sector Público 1).

Esta última vez que fui a Austin, con el reciente ingreso de Trump a la presidencia. Definitivamente sí, uno se siente diferente y la gente de ahí también se siente diferente (Sector Académico 1).

No obstante, cuando se les preguntó cómo veían las personas extranjeras a México a través de ellas y durante sus estancias en otros países, mencionan que con su integración intercultural desmitificaban prejuicios y sentían que transmitían lo bueno del país:

[…] que no estamos tan mal como nos pintan en el cine, por ejemplo, y que ellos, después de que tú hablas con ellos, tienen el deseo de visitar México y [dicen] que han visto que México es muy diferente y adoran a México (Sector Académico 1).

La mayor descripción que escuché en Canadá, basándome en las de allá, fue [que] México era muy cálido por el trato que dábamos e inclusive me decían que [yo] era muy cálida. No me considero muy cálida, pero, para los estándares de allá, sí lo era (Sector Público 1).

Por otro lado, al cuestionarles sobre el crecimiento personal relacionado con la movilidad, destacan elementos como la adaptación emocional, el descubrir nuevos métodos de trabajo y de aprendizaje, así como la independencia y la adquisición de seguridad o confianza en sus decisiones:

Me ayuda mucho emocionalmente, como ser tolerante, ser paciente, tratar de entender a las personas […]. Creo que se desarrollan mayores capacidades y habilidades debido a que tienes una mayor apertura mental al momento de toparte tú solo con ciertos conflictos, problemas y tener que resolverlos (Sector Académico 2).

La forma de trabajar en equipo, de negociar, de buscar pedir las cosas. A nivel profesional eran sorprendentes las formas de moverse entre los alemanes, italianos y españoles con los chinos (Sector Empresarial 1).

Aceptarme tal como soy, aceptar mis decisiones tal cual, hacerme más independiente y emocional, ser más resiliente (Sector Empresarial 2).

Es así cómo reconocen un cambio en su personalidad y un empoderamiento a través de este crecimiento emocional e intelectual, ligado a un choque cultural e idiomático que las lleva a superar diferentes obstáculos:

Me enriqueció mucho en todos los sentidos y me empoderó. Me dio madurez emocional e intelectual y de un segundo idioma, además de la cultura (Sector Académico 2).

En la parte de sensibilidad social, […] es que se cortaron esas barreras por el idioma (Sector Público 1).

Sí, me chocó mucho el estilo de los coreanos. Me costó mucho, su ideología y sus costumbres, su comida. Me di cuenta de lo cerradita que iba, bien cañón (Sector Público 2).

Sí, por supuesto, luego creemos que sabemos todo de nuestro país y sales al extranjero y resulta que hay extranjeros que saben o conocen más que nosotros (Sector Empresarial 1).

En cuanto a las características o habilidades que adquirieron o reforzaron durante sus estancias en el extranjero, mencionan elementos como independencia, valentía, mayor autoestima, empatía, manejo de estrés, adaptabilidad, autonomía y organización:

Salir te hace más independiente, te da otra visión de la vida, te da más seguridad. Ves la vida de diferente manera, eres la única responsable de tus actos y de tu vida, de estar bien o estar mal ( Sector Académico 1).

En el ámbito laboral, la movilidad también tuvo repercusiones positivas:

Profesionalmente, tuve acceso a mejores puestos de trabajo. El hablar otro idioma me permite también que me tomen en consideración para algunos otros proyectos (Sector Académico 2).

También hay quienes mencionan una alta competencia, pues se ha popularizado la posibilidad de hacer estancias en el extranjero, por lo que en ámbitos como el empresarial, los reclutadores no se sorprenden de un currículo con posgrados internacionales o el dominio de un segundo idioma:

Son muchas personas que aplican y muchos que llevamos un título de maestría en el extranjero o un estudio en el extranjero y que ya dominamos el idioma inglés (Sector Empresarial 2).

No obstante, la movilidad abrió su mente y sus oportunidades laborales y académicas para aventurarse a nuevas oportunidades laborales y de crecimiento personal:

Salir al extranjero me permitió mejorar laboral y personalmente. En el área académica me permitió hacer mejoras, partiendo de cómo se llevan actividades académicas en universidades a las que fui invitada y eso me permitió exigirme más para poder exigir más a las generaciones futuras en este ámbito (Sector Público 2).

Para obtener un mejor trabajo, pero personalmente, me hizo más segura. Pienso que me hizo más resiliente, ya no me afecta tanto el rechazo y eso lo aprendí allá (Sector Empresarial 2).

En cuanto a la mejora salarial, las respuestas son divididas entre quienes vieron incrementados sus ingresos y quienes notaron que no necesariamente los estudios en el extranjero contaban como una ventaja a la hora de obtener un mejor puesto laboral. Sobre las que incrementaron sus ingresos, destacan:

Me dio apoyo para conseguir otro trabajo con otros ingresos (Sector Académico 1).

Definitivamente, salir al extranjero te coloca mejor en el mercado laboral. En lo personal, a mí en el área académica me ha dado una mejor posición laboral y en mi hoja de vida tiene un peso considerable, tanto en lo económico como en lo laboral (Sector Público 2).

Por otro lado, quienes no notaron una mejora, sino al contrario, una resistencia por parte de sus empleadores, fueron las entrevistadas enfocadas en el ámbito empresarial, quienes comentaron:

Cuando regresé, me tocó ver que en varias entrevistas [a las] que fui, sentía como cierto recelo a mi experiencia fuera de México. Pero después, ya en mi actual trabajo (mismo desde que regresé), apliqué mis conocimientos y aquí sigo (Sector Empresarial 1).

Yo te diría que no, apliqué a muchos trabajos y el decir que yo estudié la maestría en Inglaterra o inglés en Canadá, no me aumentó el sueldo. Eso ya no hace la diferencia, lo que sí hace la diferencia es la experiencia, tenía experiencia y estudié una maestría; eso sí hace la diferencia (Sector Empresarial 2).

Sin embargo, todas coinciden en que las habilidades y formas de trabajo aprendidas en el extranjero las han llevado a su práctica laboral diaria. Por último, reflexionaron sobre la importancia de la movilidad más allá de su experiencia para que más mujeres se interesen por obtener los beneficios de esta. Destacan comentarios en torno a la evolución de las libertades hacia las mujeres en el país, pero que relevan la resistencia del sistema patriarcal a que estas accedan a mejores oportunidades. Sobre todo, son las mujeres de menores recursos las que ven mermada su preparación profesional:

Veo dos panoramas: veo a muchas más mujeres jóvenes empoderadas, mucho más [de las] que veía en mis generaciones más vivas […]. Pero también volteo a ver a niñas, a mujeres de segmentos muy humildes y mucho por despertar y por hacer (Sector Público1).

Creo que está en proceso porque, si bien el crecimiento de la mujer ha sido constante y en aumento, estamos en una sociedad tradicionalista en exceso (Sector Público 2).

Asimismo, ellas coinciden en que deberían ampliarse los modelos de difusión de convocatorias y programas de estudios en el extranjero.  Por otro lado, vale la pena recalcar que también coinciden en afirmar que son pocas las mujeres que mantienen puestos de mando alto o directivo y que la toma de decisiones y los mayores puestos de poder en todas sus áreas son dominados por hombres. Es decir, a pesar de que las mujeres ya tienen estudios de posgrado y experiencias de movilidad internacional, les es difícil llegar a puestos de alta dirección, ya que, por las normas y tradiciones estructurales, son ellas las que se ocupan en su mayoría de los cuidados y de las tareas domésticas, de los hijos o padres, no así los hombres (Estrada y Zarate, 2018).

Históricamente, en los hombres recae la autoridad moral de dirigir un hogar como una empresa y son ellos los que no han decidido desempeñarse en tareas del hogar. De acuerdo con las estadísticas del Inegi (2015c), las mujeres aportan un total de 32 horas al hogar y los hombres 12 horas. Mientras estas estadísticas no cambien, las mujeres difícilmente llegarán a puestos de decisión en nuestro país y en sus localidades.

4. DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Tras obtener los resultados generales en función de las principales categorías planteadas para crear el instrumento, corresponde exponer una conclusión en función de los objetivos planteados en la presente investigación:

  1. Al tratar de identificar los elementos que fortalecen las capacidades de las mujeres para llegar a puestos de liderazgo y toma de decisiones, se identificó que la motivación familiar fue un punto clave para logar la superación personal y profesional, y realizar estudios universitarios fue un punto clave en su desarrollo. De igual manera que al obtener independencia económica y visiones más amplias de su entorno a través de una movilidad internacional encontraron nuevas formas de ejercer su profesión. Sin embargo, detallan que la dificultad en el acceso a puestos de liderazgo o toma de decisiones no necesariamente se debe a la falta de capacidades o habilidades, sino a la resistencia cultural patriarcal que define a las mujeres como las subordinadas, lo que impide que una mujer esté al mando, ya que en el imaginario colectivo se ve a los hombres como los tomadores de decisión.
  2. Enseguida, cuando se buscó analizar las condiciones que favorecen que las mujeres realicen movilidad académica internacional para el desarrollo laboral y personal de las mujeres, las experiencias que las mujeres entrevistadas relatan son variadas. Algunas de ellas fueron motivadas por familiares y amigos, otras más bien por profesores/as o amistades que les acercaron información para hacerse de una beca y emprender estudios en el extranjero. De ahí que las facilidades para aprender un segundo idioma continuaran con el reconocimiento laboral y profesional para que en los ámbitos académico, público y empresarial pudieran impartir cursos, talleres o sostener reuniones con colegas de otros países. Entonces, se puede observar, en cierta medida, la relación entre los estudios en el extranjero y un mejor desarrollo profesional. Aun así, ellas mismas relatan que esto no significa, en todo caso, mejores empleos ni mejores ingresos, sino más bien mejores experiencias de vida que abren un horizonte más amplio de posibilidades personales, culturales y de visión del mundo.
  3. Por último, al tratar de determinar los instrumentos y recursos institucionales que inciden en que las mujeres logren un desarrollo profesional y académico, se puede observar que resaltan las normas e instituciones como los roles de género establecidos socialmente, los cuales siguen afectando en la forma que se percibe el papel de la mujer de manera profesional como madre o esposa, o cuando se cuestiona su edad, estado civil y capacidades de mando vinculándolos con la falta de carácter o el manejo de sus emociones. Asimismo, ellas reconocen una mayor carga en la relación familia-trabajo, lo que la mayoría de las veces se encamina a las barreras sociales del famoso techo de cristal.

En definitiva, las mujeres experimentan un cambio actitudinal a raíz de sus experiencias estudiantiles y laborales en el extranjero, lo que de alguna manera amplía su visión de las oportunidades laborales y, con ello, determina solvencia económica que las dota de independencia y libertad, en contraste con lo que observaban en el pasado.

Por otro lado, también se observan las facilidades de adquirir propiedades, créditos y financiación que las hacen cuestionar la necesidad de ampliar estas posibilidades a más mujeres y transformar el entorno económico y cultural en que viven en la sociedad mexicana, sobre todo en Nuevo León, que es donde trabajan diariamente, tomando en cuenta que la movilidad académica internacional tiene un impacto en el empoderamiento económico de estas mujeres, de forma cultural, social, profesional y económica.

Dado que la movilidad académica internacional permite que las normas e instituciones del país sean superadas, se adquiere mayor autonomía e independencia, además de una acumulación de sus capacidades para la toma de decisiones y la búsqueda de puestos de poder, así como acceso a recursos para cubrir estudios en el extranjero por medio de becas, y, en algunos casos, mejorar sus ingresos salariales.

 

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