Este libro titulado Maldad líquida. Vivir sin alternativas, editado por primera vez en español en 2019, registra la última conversación por escrito entre el sociólogo polaco Zygmunt Bauman –fallecido en 2017– y el teórico político de origen lituano Leonidas Donskis. En este diálogo continúan, profundizan y dan un cierre, algo más definitivo, a los temas tratados por ambos autores en el libro Ceguera Moral, publicado en 2015, también por Ediciones Paidós.
En Maldad líquida los autores utilizan la técnica de la conversación para darle un tratamiento especial y detallado al mal como concepto, describiéndolo como un mutante permanente que no logra nunca una forma consumada. Los autores trazan un mapa completo de las causas, las consecuencias y las fuentes de este torrente de maldad moderno que circula en el mundo global; se trata de un mal oculto, acechante, que es difícil de detectar, que humedece, deteriora y disuelve lo que toca y, lo que es más desesperanzador, carece de proyectos alternativos para hacerle frente.
Esta publicación viene a añadir otra pieza a la dilatada obra sobre modernidad líquida que Zygmunt Bauman desarrolló durante décadas, en que abordó materias diversas pero trenzadas por el lazo de la disolución del mundo tal y como lo conocíamos: amor, arte, comunidad, ética, política, etc. Bauman es uno de los más reconocidos teóricos de la globalización y sus efectos colaterales; en palabras del autor la globalización es un destino y proceso irreversible que afecta a la totalidad de las personas. Consagrado como un pensador de talla mundial también se inserta, junto a Donskis, en la lógica de los autores que se plantean pesimistas (o al menos recelosos) del progreso humano y de la historia presente y futura de la civilización, por ello, son conscientes de las falencias de la modernidad y la globalización, y se concentran, como en este libro, en algunos de sus aspectos más nocivos: el mal. En esta obra, al desmenuzar el mal líquido, advierten respecto de los avances de la globalización, el individualismo, y el libre mercado en todos los rincones del orbe y cómo este mal llega a afectar la naturaleza del ser humano, las relaciones sociales, la cultura y la clase política. Este libro es un fiel reflejo de esa impronta crítica de ambos intelectuales.
El libro está dividido en cuatro capítulos, con una Introducción que enmarca y explica el trabajo de las conversaciones que generan en las líneas que siguen. En este apartado inicial revelan que el mal líquido adopta formas de bondad, cercanía y amor, formas sutiles que enmascaran y ocultan el verdadero ser de las cosas, y por ello se hace difícil detectarlo y repelerlo. Además, refuerzan la tesis de que las alternativas a este mal líquido no están permitidas, argumento en referencia a la doctrina de la ausencia de alternativa que posee la democracia neoliberal (TINA en inglés), frase enunciada alguna vez por la primera ministra inglesa Margaret Thatcher (There Is No Alternative); con esta referencia a TINA describen que el individualismo es un determinismo social y que sumado al fatalismo del mercado ambos lo son todo. Este es el hilo argumentativo que recorre toda la obra y que llega a su punto clave cuando afirman que el individualismo es la privatización de los intereses e inquietudes de la existencia del ser humano, con ese fenómeno el mal líquido se robustece, y crea el imperio de la lógica de la precarización.
En el capítulo primero, denominado ¿De persona a no persona? Cartografía de la culpa, adiáfora, precariedad y austeridad, se desarrolla el argumento relacionado con el mal desprovisto de la fantasía diabólica y satanista, en cambio, es señalado como un concepto político que designa a una fuerza que destruye el orden moral social y universal, relacionado con la pérdida de memoria, de lazos sociales, de pertenencia: el mal puede recortarse, reducirse y contraerse, pero no puede ser amputado por completo, siempre estará ahí; por ello que se trasunta una dosis alta de fatalidad en las consecuencias que genera este en la modernidad líquida:
El mal está integrado en nuestro modo de ser-en-el-mundo, ese mundo que habitamos y compartimos. La eliminación del mal, aun en el supuesto de que tal cosa fuera concebible, requeriría nada menos que de un replanteamiento a fondo y una revisión radical de dicho modo de ser-en-el-mundo (Bauman, 2019, p. 84).
Uno de los casos más evidentes de este mal líquido-moderno es el terrorismo. En efecto, los autores si bien lo tratan con escaso nivel de profundidad, sí muestran algunas aproximaciones, por ejemplo, afirmando que el terrorismo es maldad líquida en estado puro ya que se define como el causar el mal de manera indiscriminada (incluso aleatoria), este le puede acontecer a cualquier persona, generando miedo y pánico en la sociedad donde acaece (Bauman, 2011); para estos pensadores es un claro ataque a la sociedad, siniestro, oculto, engañador, que sacrifica vidas y conciencias en nombre de individuos partícipes de juegos de poder individuales. El terrorismo no refleja otra cosa que la asimetría de poder y el desapego de la conciencia por la humanidad. Las personas no ven ni conocen a los terroristas, pero ellos sí ven y conocen a la gente a la que causan daño y muerte. Ahora bien, algo no dicho en la obra es que los terroristas ya no son solo esa apariencia física publicitaria de integrantes radicales que usan trajes y distintivos del Estado Islámico, sean ISIS-Daesh u otro actor insurgente, también lo son otras formas de terror: las guerrillas latinoamericanas (en la región más violenta del planeta), los clanes del narcotráfico que utilizan técnicas terroristas, las mafias en América y Europa, en suma, todas ellas ahora poseen las armas de la internet, de las redes sociales y mayor tecnología para sus propósitos, y las añaden a las habituales de las amenazas y mentiras, que resultan en procesos autodestructivos e insanos. En suma, ambos autores describen situaciones malignas y refieren las consecuencias de la presencia del mal líquido en la sociedad: miedo, incertidumbre, inseguridad; lo que tiene efectos perjudiciales para la política y la democracia. Los autores le dedican muchas páginas a la vertiente económica del problema, deteniéndose a revisar los planes de austeridad fiscal en varios países europeos que ocurrieron luego de la crisis de 2008-2009 y el subdesarrollo latinoamericano que no tiene trazas de superación.
En el segundo capítulo, denominado ¿De lo kafkiano a lo orwelliano? La guerra es paz y la paz es guerra, los autores retoman la teoría de la adiaforización de la conciencia, esto es, que las personas se niegan a aplicar la perspectiva ética a otras personas, se separan de los grupos, no los consideran, ocurre una especie de distanciamiento social.
Relacionado con ello, uno de los puntos más notables de este capítulo es su referencia al progresismo y el universalismo, los cuales a juicio de Bauman y Donskis han fallado estrepitosamente. Son las más notorias corrientes de pensamiento causantes del mal líquido que agobia al mundo y en las que se distinguen a agentes que han liderado a los grupos sociales prometiéndoles bienestar, una sociedad nueva, próspera y global:
Me refiero a los oportunistas políticos inmorales que se exhiben disfrazados de mártires y disidentes para quienes el fascismo, el nacionalismo radical o cualquier otra forma similar de desprecio a la libertad y a la dignidad humana no representan más que una posibilidad fantástica de épater le bourgeois (epatar al burgués). Lo que subyace bajo posturas de ese tipo es una desvergüenza y un vacío morales absolutos (Bauman, 2019, pp. 50-51).
Estas formas líquidas del mal muestran la fragilidad de la vida humana y el engaño que algunos pocos realizan en aras de ideales absolutos que no son tales. Mediante varios ejemplos y sobre la base de teóricos de amplio repertorio (Orwell, Krastev, Berlin, Kafka, Houellebecq) describen las múltiples encarnaciones del mal que resulta de la idea de progreso, tan defendido como argumento y postura ideológica por una serie de movimientos y de doctrinas políticas en todo el mundo. En palabras de los autores:
[…] contrariamente a las esperanzas populares en ese terreno, ocurre que, en el pasado, pero también todavía en el presente, las novedades en el conocimiento científico y técnico que resumimos bajo la expresión “progreso” han minado y siguen minando las condiciones mismas necesarias para la supervivencia humana colectiva (Bauman, 2019, p. 77).
En consecuencia, hay maldad en la intriga y el engaño que el progreso prometió, pero también hay maldad en los portavoces del progreso; hay maldad en la promesa del universalismo y en los medios para lograrlo. Esto representa una pérdida de fe en la humanidad: la historia lineal y progresiva es una promesa incumplida, no hay progreso posible, no se ha podido conseguir y miente el que lo prometa. La humanidad más bien se nutre de proyectos fallidos. Ahora bien, los autores señalan incluso que los movimientos de protesta (sobre todo en Europa) se muestran incapaces de resolver los problemas que les aquejan, los grupos sociales están indignados, pero más bien descargan su furia y desconfianza, y no logran consenso ni ventajas de esa rabia expresada en las calles.
Como corolario de este capítulo los intelectuales comparan sucesos antiguos y recientes respecto del mal líquido en países de Europa Occidental y Europa del Este que comparten un tiempo astronómico, pero no un tiempo histórico, y si bien existen diferencias enormes entre ellos (democracia, libertad, cultura) tienen cierto designio común: “un fantasma recorre Europa: el fantasma de la “ausencia de alternativas” […] una alternativa que prometa terminar con ese ambiente de fatalismo, impotencia y desplome de la imaginación” (Bauman, 2019, p. 136).
En el capítulo tercero, denominado ¿Dónde buscar las grandes promesas de la modernidad? Miedo y asco en el nuevo mundo feliz, los pensadores se refieren, entre otras materias, al rol de la verdad en la modernidad, indicando que la verdad efectiva o práctica (no la verdad verdadera) es la que tiene la hegemonía, en consecuencia, los políticos son los principales agentes que crean verdades, y los medios de comunicación y otros entes públicos también las inventan y, por ende, engañan. Hay en ello también una alta dosis de maldad líquida. Estos agentes del mal realizan una insaciable búsqueda de popularidad, de publicidad y de poder. La victoria es el éxito y el vencedor se lleva todo. Para ambos pensadores, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue una tragedia y la Rusia de Vladimir Putin de hoy es una farsa. La primera engañó a millones de mentes y la de hoy hechiza a sus aliados, sin embargo, el mal ha estado presente en toda su historia y en las consecuencias de ambos regímenes. Estas referencias evidencian que el foco de ambos pensadores ha estado puesto mayoritariamente en los acontecimientos de la Europa central y oriental, en específico, le dedican muchas líneas a lo que acontece en Rusia y en sus países vecinos, los que son descritos en detalle; sus fenómenos y procesos son mostrados en su relación con los países de Europa central, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, pero la alta preponderancia a países como Ucrania, Polonia, Lituania, Rumania muestra que estos últimos están francamente muy conectados en cuanto a su experiencia actual con las manifestaciones más evidentes de la maldad líquida del mundo moderno.
En el cuarto capítulo, denominado ¿Sombras de antepasados olvidados? Reconsideración del maniqueísmo, los autores continúan su diálogo, esta vez originado en el análisis que hace Oswald Spengler respecto de la decadencia occidental, y se concentran en evaluar las diferencias u hostilidades entre culturas. Descreen del determinismo social y se enfocan en mostrar las falencias de la tesis del declive de la sociedad occidental. Describen los conceptos de multiculturalismo y multiculturalidad, se refieren al maniqueísmo muy extendido en los procesos políticos de Europa y le dan preponderancia a la victimización; es decir, a la disposición de los individuos cuando no asumen las responsabilidades morales de las acciones que les competen, y se victimizan. Autores tan diversos como Spencer, Darwin, Popper y Novak aparecen en un debate que alcanza un punto cúlmine, acaso el de toda la obra, recalcando que lo más lamentable para los deseos de frenar el mal líquido es el peso de la doctrina TINA en todo el orbe:
Qué ironía, pues, que en este comienzo del siglo XXI nos hallemos inmersos en el mundo de la doctrina TINA disfrazado de un mundo de fuerzas del libre mercado a las que se les presupone una capacidad inigualable para la elección racional, el aumento de beneficios y la maximización del placer (Bauman, 2019, p. 162).
Celebrar esta publicación es poco: máxime cuando congregan temas en apariencia desconectados (democracia, países de Europa del Este, libre mercado, cine, novelas de Orwell, cuentos de Kafka) para dar con un hilo conductor trascendente y masivo, quizás poco analizado por la literatura sociológica del presente siglo, el mal líquido en toda su extensión, el que aporta formas diversas, la más importante para Bauman y Donskis es que el mundo no permite alternativa alguna al statu quo neoliberal, por cuanto el poder no es otra cosa que el poder financiero y económico. De ahí que la impotencia económica sea un lastre para los países que no les permite ingresar al club de las naciones prestigiosas. Hoy la comunidad global es comunidad de consumidores, ni siquiera Rusia ofrece algo distinto con su capitalismo amiguista y su Estado mafioso.
Cabe recordar que en trabajos anteriores Bauman analizó la condición postmoderna y se ocupó de manera siempre crítica de temas como las secuelas y alcances de la globalización (Bauman, 2001), no obstante, con la publicación de Modernidad líquida (Bauman, 2002), su obra se transformó en best seller a través de esta metáfora rectora de su pensamiento: lo sólido deviene en lo líquido. En aquello cabe el mal como un elemento distintivo de un mundo nuevo líquido, una época de total incertidumbre, en el que el otro se vuelve amenazante, en que el otro es un potencial peligro para el mundo individualizado. Esta época privilegia la plasticidad, lo fugaz, lo efímero, el cambio de forma, la maleabilidad, la docilidad humana (Bauman, 2002). Dentro de este ámbito un acierto es descubrir esta publicación que muestra, por medio de variados ejemplos, la esencia de la modernidad líquida y de la maldad que en ella se anida: es un juego de esconderse, ocultarse, es el cambio constante sin ser advertido. Ambos autores refrendan su compromiso intelectual y compromiso moral en medio de esta sociedad incierta y amenazante, por lo tanto, les molesta la incapacidad para ver y comprender el mundo a través de un prisma que no sea la maximización del placer y de los beneficios, estando en ello radicado precisamente la raíz del mal.
Indiqué al principio que Bauman y Donskis se plantean pesimistas o al menos recelosos del progreso humano, hecho que queda comprobado a lo largo de toda la obra, pero que se confirma cuando refieren que en un ambiente de miedo y de fatalismo se impone la lógica de que no hay alternativas, la tiranía económica, la hegemonía de la ciencia y la tecnología al servicio de los grandes capitales, al servicio del individualismo exacerbado logrando que el determinismo social del mercado se engrandezca. En sus propias palabras, eso sí, aclaran con afectación: “¿Qué es un pesimista? Un optimista bien informado […] O un optimista inteligente” (Bauman, 2019, p. 239).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BAUMAN, Z. (2001). La globalización. Consecuencias humanas. México: Fondo de Cultura Económica.
BAUMAN, Z. (2002). Modernidad Líquida. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.
BAUMAN, Z. (2011). Miedo Líquido. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
BAUMAN, Z. y DONSKIS, L. (2019). Maldad Líquida. Buenos Aires, Argentina: Paidós.