Artículo Volumen 6, Nº1, 2018

Extractos del conversatorio con Rafael Moreno Rojas realizado por la Escuela de Administración, de la Facultad de Administración y Economía de la universidad Tecnológica Metropolitana, el día 24 de noviembre de 2017. A 50 años de la Reforma Agraria en Chile: una mirada desde sus protagonistas

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Rafael Moreno Rojas

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Muy buenos días, muchas gracias por la invitación. Me motiva mucho poder estar en una universidad como esta y hacer una reflexión acerca de algo tan importante en la historia de Chile. Alguien se preguntará ¿por qué hubo que celebrar los 50 años de la dictación de la Ley de la Reforma Agraria? Muchas personas dirán “es un proceso del pasado”, a algunos les gustó, a otros hasta el día de hoy no les gusta. ¿Por qué celebrar? por una razón muy simple, porque los grandes procesos de victoria quedan grabados no solo en la mente y el corazón de la gente, quedan grabados en la forma en que una sociedad se organiza.

¿Hay alguien que pueda dudar que la Revolución Francesa ha tenido efectos enormes en el mundo desarrollado, en la civilización de hoy? ¿Hay alguien que pueda discutir que la Revolución Socialista de octubre de 1967 cambió una forma de vivir en una parte de la tierra? ¿Hay alguien que pueda dudar que la Guerra Civil en Estados Unidos, que abolió la esclavitud, cambió para siempre la estructura, la forma de vivir y las condiciones en las cuales un Estado se organiza en una sociedad que se auto-respeta? Eso es la Reforma Agraria en Chile y su proceso.

No es una casualidad que los historiadores, los sociólogos, e incluso los periodistas, cuando fueron encuestados para el Bicentenario de nuestro país, cuando se les preguntó cuáles eran las cosas más importantes que habían ocurrido, todos declararon la Reforma Agraria. No había intencionalidad política, no había elecciones de por medio, no había nada. ¿Por qué la nombraron? Porque cambió la forma de vivir en un país, no solo en el campo chileno, la cambió en la sociedad.

¿Qué fue lo que ocurrió con los procesos que Chile vivió desde su Independencia?, como la Guerra Civil de 1891, la presencia del ministro Diego Portales, los elementos que nos han acompañado básicamente en nuestra historia: que cambiaron muchas cosas, pero no la estructura de la sociedad. Si ustedes miran el sistema de las haciendas, el sistema del inquilinaje, venían desde que los españoles establecieron su dominio. Lo que en la práctica cambió con la Independencia fue hacia donde iban los impuestos y quiénes administraban, eso fue lo que nos hizo independientes. No cambió la hacienda, no cambió el régimen económico, no cambió la forma como se estructuraba la sociedad. La Revolución del ’91 no cambió tampoco nada y así sucesivamente, hasta que llegó el momento en el cual un grupo de personas, de distinta naturaleza y de distinta, incluso, visión del país, concluyeron en un diagnóstico común: no podía seguir viviendo en la indignidad la mitad de la población chilena. Ahí está la razón más profunda de la Reforma Agraria y de todo lo que ocurrió; cambiar la indignidad en la cual vivía casi la mitad de la población chilena, como esclavos, o semi-esclavos.

Es dura la palabra, pero era la verdad. Entonces, qué se hacía; distintos elementos confluyeron, aquí he mencionado algunos. El terremoto de 1960, que devastó desde Concepción al sur, obligó al gobierno de la época a buscar dinero. Y luego, como dijo Jacques (Chonchol), sobrevino la confluencia de la Revolución Cubana con la Alianza por el Progreso, y cuando el presidente (de derecha) Jorge Alessandri fue a pedirle la plata al recién creado Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se le dijo “sin reformas estructurales, no hay crédito para usted” y eso lo obligó, a un hombre de derecha, a mandar dos leyes al congreso. Una para reformar la Constitución, que permitiera expropiar tierras agrícolas, y la otra fue la ley de Reforma Agraria, que creó la CORA, la Corporación de Reforma Agraria y el Instituto de Desarrollo Agropecuario INDAP. Eso lo creó la derecha.

 

Hasta el día de hoy, incluso quienes se oponen a la Reforma Agraria, no logran explicar cómo un gobierno de derecha, con puros ministros derechistas, varios de ellos que colaboraron después con la dictadura, dictaron las leyes y pavimentaron el camino para que viniera una confluencia de un acuerdo nacional que lanzó el cambio de la estructura más profunda en la historia de Chile.

¿Qué otros actores hubo? Aquí no se ha nombrado a la Iglesia Católica. A través del obispo de Talca, Manuel Larraín, quien ya había apoyado a la huelga campesina en el año 1955 en Curicó (que fue la primera huelga grande de campesinos en Chile) y el cardenal Raúl Silva Enríquez, en el año 1961, la Iglesia Católica nos llamó a varios que éramos muy jóvenes y nos dijeron “hagan la Reforma Agraria”. Yo había llegado recién desde Estados Unidos, donde escribí mi tesis: un plan de Reforma Agraria, cómo se podía realizar en Chile; y me la piden prestada don Manuel Larraín y el cardenal Raúl Silva. A las pocas semanas nos llaman a varios y nos dicen “háganlo”. Yo pensé que nos tomaban el pelo, pues teníamos 24-23 años.

La Iglesia nos pasó 5 haciendas: los Hilos de Pirque, Alto Pichidegua, Alto las Cruces, entre otras, y creamos en 1961 las cooperativas, a quienes se les entregó, por parte de la Iglesia, las tierras en propiedad definitiva a los campesinos. Muchos de ellos están ahí hasta el día de hoy. Junto con eso, la Conferencia Episcopal de Chile, acogiendo el reclamo de los párrocos rurales que habían denunciado la injusticia que había en el campo, le envió en 1962 una carta al presidente Alessandri y todos los obispos chilenos, donde se explicita como “urgente hacer la reforma agraria y terminar con la indignidad en el campo”.

Esa es la historia. Confluyeron ideologías distintas, comunistas, socialistas, marxistas, radicales, demócratas cristianos, para realizar la Reforma Agraria. La derecha se opuso siempre, nunca falló en eso, nunca. No ha dejado de oponerse hasta el día de hoy. No dicen cómo lo habrían hecho, pero dicen que lo habrían hecho de otra manera; ya vamos a tocar ese tema.

Pero qué ocurrió después. El gobierno de Eduardo Frei Montalva, que llegó de manera muy particular. Primero se produjo una situación especial, conocida como El Naranjazo, que tuvo como consecuencia la renuncia del candidato radical-liberal-conservador, don Julio Durán, y obligó a la derecha a volcarse a apoyar a don Eduardo Frei Montalva para impedir que Salvador Allende fuera presidente de la República; porque él prácticamente tenía ganada la presidencial en 1958, que al final perdió por 30 mil votos. Ahí surgió una frase que, hasta el día de hoy, para muchos de nosotros, es central: la derecha le dijo a Frei que lo apoyaría siempre que cambiara su programa en un punto, que sacara la Reforma Agraria, pero Frei Montalva contestó, “no cambio una coma de mi programa, ni por un millón de votos”. Y sale elegido presidente con una mayoría abrumadora, nadie más la ha vuelto a repetir, y realiza la Reforma Agraria.

Pero ¿qué es la Reforma Agraria? No es solo la Ley de Reforma Agraria y la sindicalización campesina, no, ¡no! Es un conjunto de leyes que se dictaron entre 1966 y 67; de hecho, la propia Ley de Reforma Agraria y la sindicalización campesina salieron en mayo y en julio de 1967. Pero antes, ¿qué se hizo?, una cosa muy concreta: se cambió la condición de vida en el campo chileno. ¿Cómo?, se dictó la ley que establece el pago, en dinero, el salario.

Hasta ese momento el 75% del salario se pagaba “en regalía”, que era el derecho de los campesinos a vivir en chozas o en casas insalubres, el derecho a que tenía que entregar a sus hijos al trabajo: uno que se llamaba el titular y un segundo que era el obligado, y el obligado quién era, un hijo que tenía que ser sacado de la escuela en la época de las cosechas para ayudar al padre, condición para poder seguir viviendo dentro de una hacienda. Las tierras se vendían y se compraban con la gente adentro. Vayan a buscar los avisos en los periódicos de la época del año ’60 o ’58: “Vendo gran hacienda, 5 mil hectáreas regadas, 500 familias adentro”, así era pues, se vendían como mercadería. ¿Por qué? Porque el inquilinaje que le pagaba la vida en especies significaba que, si no tenía ese contrato de inquilino, se tenía que ir a otra parte, todo estaba vinculado. Qué se pagaba realmente, una galleta, un pan grande que les daban a veces. Se trabajaba de sol a sol, desde antes del amanecer hasta que oscurecía. No había horas extraordinarias. Entonces lo que dictó el gobierno de Frei Montalva obligaba a pagar el salario en dinero efectivo.

El salario en el campo era la mitad del mínimo urbano, así es que se emparejaron los montos. A los campesinos se les dio la posibilidad de la semana corrida y de inamovilidad; es decir, no podían ser despedidos sin causas justificadas. Se les dio la posibilidad de que el día de lluvia se le pagase. Antes, cuando llovía, no obstante, habían sembrado el día anterior y sin esa misma lluvia los hacendados no iban a tener cosechas ni riquezas, al campesino y su familia no se les pagaba. El día de lluvia era de hambre, pues no había nada, ni galleta ni salario.

Durante el gobierno de Frei Montalva se dictaron 10 leyes adicionales más una Reforma Constitucional, y a eso se agregaron las dos leyes que hoy celebramos: la Ley de Sindicalización Campesina y la de Reforma Agraria. Y surgió así el hecho principal que nuestro país no puede olvidar, la dignidad de la gente que trabaja en el campo. Ese es el valor del cambio en la sociedad chilena: haber eliminado un sistema indigno, un sistema tan arbitrario como la esclavitud o la semi-esclavitud. El campesino era prácticamente un hombre amarrado a la tierra; no tenía derecho a una opinión, los habían dejado a muchos de ellos analfabetos de por vida; no había escuelas, sus hijas y sus hijos podían ser capaces, pero estaban condenados a seguir siendo una parte excluida de la sociedad; no tenían derecho a la religión… Alguien me dirá: don Rafael Moreno, está exagerando. No, no, nómbrenme una iglesia evangélica o protestante que hubiese existido en el campo antes de la Reforma Agraria, cero. ¿Por qué?, porque la religión la mandaba el patrón y, sobre todo, su señora. Tenían un sistema muy inteligente, que se llamaba Las Misiones: al terminar marzo, cuando finalizaban las cosechas, los dueños de fundos y haciendas invitaban al cura amigo, lo alojaban en la casa, lo alimentaban muy bien, y este cura tenía por norma ordenar la situación: casar, bautizar, y, sobre todo, confesar. Las Misiones cayeron en el más grande de los desprestigios, y la Iglesia, que, en 1958, había comandado las elecciones en muchas partes con el dominio de los propietarios, prácticamente perdió su influencia. Pero con la emergencia de pastores como el cardenal Raúl Silva, el obispo Larraín, don Manuel Santos, o Carlos González en Talca y tantos otros, cambió la visión de la sociedad, sobre lo que era el rol de sus pastores. Y surgieron los evangélicos, porque pudieron empezar a construir sus parroquias, sus sedes, sus templos, en distintos lugares donde la cosa antes estaba prohibida. Ese era el Chile de antes, ese era el país.

La Reforma Agraria consistió en avanzar, en la medida realmente de lo posible, porque sus objetivos eran tres. El primero, y, antes que nada, dignidad para la gente del campo. Segundo, expropiar las tierras incultas y aquello donde hubiera uso social. Tercero, aumentar la producción de alimentos, porque Chile en 1964 tenía que salir a comprar arroz, trigo, maíz, manteca, mantequilla y aceite al extranjero, aunque nuestra tierra podía producirlos, gracias al clima, la gente y las condiciones que existían.

Lo primero que hicimos fue que tomamos la Ley Agraria de Macetero y dijimos “se aplica”. En noviembre de 1964, a pocos días de asumir Frei, a mí me habían nombrado a cargo de la Reforma Agraria, que ya funcionaba bajo el alero del INDAP, y dijimos “vamos a expropiar”. Se vinieron abajo el diario El Mercurio y el Diario Ilustrado: ¿pero ¿cómo?, ¡esto es inconstitucional! ¿Cómo que inconstitucional?, aquí está la ley que promulgó Jorge Alessandri, pues señor, que permitió expropiar los terrenos que estaban abandonados o mal trabajados. En noviembre de 1964 expropiamos aquí en Santiago, ahí en Lo Echevers, a la salida de la capital, y después empezamos a expropiar sistemáticamente, mientras se organizaban los campesinos, se organizaban las cooperativas, se organizaban los sindicatos e íbamos avanzando.

¿Cuál fue el esquema que se diseñó, y que a la larga probó tener razón? Se dijo “al campesino se le ha tenido en la incultura”, muy bien, vamos a hacer dos cosas: una, mil escuelas que se crearon en 1965, ¡mil! Madera, pupitre, profesoras y profesores se repartieron por el campo. Segundo, contamos con la ayuda de un notable brasilero exiliado que estaba en Chile, Pablo Freire, quien llegó a trabajar; lo contratamos a través de un organismo que dependía de las Naciones Unidas para la Reforma Agraria, y ahí diseñó el sistema que él llamaba de la “concientización”. Vale decir, creamos un sistema adecuado que permitiese que un campesino, por muy analfabeto que fuera, tomara conciencia de que era una persona digna y de que podía ser tratado de otra manera y, con eso, se lanzó todo un programa de alfabetización, de educación.

A mí me correspondió expropiar 1.500 fundos, unos 3 millones 500 mil hectáreas de terrenos. En cada una constituimos asentamientos. ¿En qué consistían? Por ejemplo, tomamos el fundo Culiprán, en Melipilla, 5.000 hectáreas que fueron abandonadas porque el propietario se fue, y constituimos un asentamiento con cerca de 400 familias, a quienes se les dijo “ustedes van a elegir a 5 miembros de entre ustedes”, y si no salían, usábamos el método de Pablo Freire, les indicábamos “usted va a ser el candidato, usted va a ser el estribo, usted va a ser la montura, usted va a ser la rienda, haga su campaña y diga”. Cuando se ofrecieron 5, a esos 5 se les agregaron dos técnicos estatales y a esa constitución se llamaba SAA, Sociedad Agrícola Agraria. Esa sociedad era la que podía tomar créditos, y comercializar. Además, se les entregaba un consejo, “no cambien lo que saben hacer. Si cultivan harina durante varios años, maíz, trigo, cebada, sigan haciendo lo mismo durante los primeros años, no cambien”, y ese fue el gran secreto. Así la producción nacional, que venía cayendo hasta el año 1964, comenzó a crecer al 5% promedio anual, porque los campesinos siguieron produciendo, pero en mejores condiciones y se quedaban con las utilidades ellos. Ese cambio les dio un incentivo.

Sin embargo, la tierra no alcanzaba para todos. Así es que simultáneamente lanzamos el INDAP, que fue tremendamente útil, a través de sus promotores, para la organización de los campesinos en distintas formas. Se crearon los Centros de Madres, que fue la forma de incorporar a la mujer en el campo. Hoy, por ejemplo, casi la mitad de la fuerza de trabajo, sobre todo en las cosechas, está constituida por mujeres (temporeras), pero en el año 1965 no había mujeres en la fuerza de trabajo oficial. Trabajaban en sus casas, en los huertitos, no salían, no tenían salarios, no tenían ventajas. Cuando se crearon los Centros de Madres y la promoción popular, cuando vino el presidente Frei Montalva, surgió eso en la vida campesina.

Cuando terminamos aquel gobierno había 100 mil campesinos organizados en sindicatos, teníamos cerca de 40 mil campesinos viviendo en las tierras expropiadas. Y en esas condiciones llegó el gobierno del presidente Salvador Allende.

El presidente Allende dijo “voy a acelerar”. Partió tratando de resolver el tema mapuche, buscando la solución a un problema que hasta el día de hoy se arrastra, y dijeron “vamos a acelerar las expropiaciones”. Nosotros en 6 años habíamos expropiado 3 millones y medio de hectáreas, y en los 3 años del gobierno del presidente Allende se expropiaron 6 millones y medio de hectáreas más, con lo cual, sumaron 10 millones.

Pero qué ocurrió. Surgió por parte de algunos movimientos más jóvenes, como el MIR, parte del Partido Socialista, la idea de avanzar sin transar y empezaron a tomar más tierras, algunas que habían logrado ser expropiadas y otras no. Hay cosas que, hasta el día de hoy, la gente recuerda. El partido comunista trató de frenar eso, porque, en medio de la locura por tomar y tomar tierras, no se constituyó ningún asentamiento. Hacían Consejos Campesinos, porque la tesis que primaba era que hacer pequeños propietarios crearía una pequeña burguesía. Era una idea del marxismo-leninismo de la época, porque hoy en día tanto en China como en la ex Unión Soviética cambiaron totalmente el pensamiento. Entonces, no había que crear pequeños propietarios, había que hacer Consejos Campesinos, que eran organizaciones más extensas que solo un predio y que resolvían lo que se hacía con la exportación y con las utilidades. ¿Qué pasó? Los campesinos empezaron a decir que no les gustaba el sistema, porque ellos habían luchado bajo el eslogan “la tierra para quien la trabaja”, y al no ver que la tierra no la trabajaban, se colocaron en oposición.

Vino el golpe militar y había 10 millones de hectáreas expropiadas y 100 mil campesinos viviendo en esas hectáreas.

¿Qué hizo la Dictadura con los terrenos? Tomó los 10 millones de hectáreas expropiadas y, como si fueran una torta, y las dividió en 3 porciones. Con el primer tercio: vio que la tierra no estaba regularizada porque no había sido inscrita en el Conservador de Bienes Raíces, así es que la devolvió. Entre los años 1974 y 75 ocurrió esta devolución de un tercio de la tierra, lisa y llanamente. El segundo tercio: se lo guardaron con el argumento de que eran tierras no productivas y remataron esas tierras.

Por ejemplo, ahí surgió todo el tema de las forestales- ¿De qué se trata? ¡Sacaron las tierras a remate y fueron compradas por las forestales! Allí plantaron pino y eucalipto y empezaron a despoblar. El problema de esas grandes plantaciones es que consumen una cantidad enorme de agua y han hecho salir a la gente de ahí. Hoy hay poblaciones que están colindantes con las grandes plantaciones forestales que tienen que recibir el agua con camiones aljibe.

Pero ¿qué ocurrió con el tercer tercio de las tierras expropiadas durante la Reforma Agraria? Durante el gobierno de Frei se le había hecho la inscripción en el conservador de bienes raíces, se le habían transferido los derechos de agua y, por lo tanto, la ley obligaba a la Dictadura, quisiera o no, a tener que entregar los títulos a propiedad. Así es que entregaron cerca de 40 mil parcelas. Aunque muchas de ellas las entregaron a los campesinos, pero les cerraron el INDAP, les cerraron los créditos. Disolvieron las cooperativas, les quitaron el apoyo por parte del Estado y algunos de ellos, no un número menor, cambió la parcela por una camioneta, algunos por algunos televisores.

De los 40 mil campos originales quedaron como 30 mil, que son los que hasta el día de hoy producen el germen de la agricultura familiar campesina. Eso es lo que hoy permite que más de la mitad de la producción de hortalizas que consumimos cotidianamente venga de manos de la agricultura campesina. El INDAP juega un rol preponderante y de primera calidad, pero esa gente se benefició directamente. Qué es lo que dicen las hijas, los hijos, las nietas y los nietos de la gente del campo cuando uno habla con ellos; no dicen si la expropiación estuvo bien o mal hecha, no hablan del sindicato… dicen: “ahora tengo dignidad, pude yo llegar a ser profesional”. Cuántos de ellos no pasaron por esta misma universidad.

¿Ustedes creen que eso no llena de orgullo a un país? No es un orgullo personal. Aquí ha trabajado mucha gente, muchos de ellos murieron asesinados cuando tomaron el predio en Linares-Longaví. Pero qué es lo que ocurre, que cuando un pueblo es capaz de mirarse a sí mismo y es capaz de darle dignidad verdadera a su gente, no en los discursos, no en las palabras, no en los ofertones, sino que, en la verdad de su vida, eso no se olvida nunca en la historia de un país. Por eso algunos de nosotros hemos dicho “Sin la Reforma Agraria no habría sido posible lo que existe hoy en la agricultura chilena”. Con el latifundio, con el inquilinaje, con el vasallaje, era imposible lograr, con todos los problemas que puedan existir hoy, que Chile se presente con una producción enorme desde el punto de vista de su agricultura. Y ahí muchas y muchos de ustedes son llamados a cooperar, pero que cooperen cuidando, ¡pues nunca se puede lograr el desarrollo a costa de la dignidad de las personas! Ese es el legado en la historia de Chile de la Reforma Agraria.