Artículo Volumen 7, n.º 1, 2019

Determinantes del desempeño electoral de candidatos poco conocidos en elecciones de bajo impacto popular: el caso de la elección de concejales en Chile en 2008

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Richard Gálvez, Patricio Navia

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RESUMEN

La evidencia que sostiene que el desempeño electoral de un candidato es función de su condición de incumbencia, de su gasto en campaña y de las leyes electorales se basa en elecciones en que los candidatos pueden aprovechar su reconocimiento de nombre para competir por cargos en elecciones a las que la gente presta atención. Aquí evaluamos si esos determinantes también influyen en elecciones de bajo impacto, a las que la gente presta menos atención. Con datos de gasto para 7.823 candidatos a concejal en la elección municipal de 2008 en Chile, evaluamos el efecto de la incumbencia, del gasto de los candidatos y de la magnitud de distrito sobre su desempeño electoral. Reportamos que, si bien la incumbencia y la magnitud de distrito influyen sobre el desempeño electoral y sobre la probabilidad de salir electos, el gasto en campaña solo tiene efectos significativos en la probabilidad de resultar electo.

ABSTRACT

The evidence used to claim that electoral performance is a function of incumbency advantage, campaign spending and electoral laws is based on elections can use their name recognition when competing for positions that people consider important. We assess if those determinants also affect lesser known candidates in low information elections. With data for 7823 candidates for local councilmember elections in Chile in 2008, we analyze the effect of incumbency, campaign spending and district magnitude on electoral performance. We report that, though incumbency and district magnitude affect the electoral performance and the probability of winning a seat, campaign spending only has a positive effect on the probability of winning a seat.

 

1. INTRODUCCIÓN

La ventaja de los incumbentes ha sido ampliamente demostrada en elecciones en distintos países y en distintos puestos de elección popular. Los incumbentes se benefician del mayor reconocimiento de nombre y del ejercicio del cargo que les permite usar recursos públicos para construir apoyos o generar lealtad entre los votantes y redes de apoyo. Pero ¿qué ocurre cuando se trata de una elección a la que la gente presta menos atención y el cargo otorga poca visibilidad al político que lo ostenta y entrega pocas oportunidades para acceder a recursos públicos para construir una base de apoyo? ¿Se mantiene la ventaja de los incumbentes?

Las leyes electorales también influyen en el desempeño de los candidatos y en la capacidad de construir bases de apoyo electoral personal (Cain, Ferejohn y Fiorina, 1987). Los sistemas de representación proporcional con lista abierta permiten que los candidatos cultiven un voto personal. En la medida que aumenta la magnitud del distrito –el número de escaños que se eligen en la unidad electoral– y disminuyen las barreras de entrada para ganar un escaño, el efecto del voto personal también debiera aumentar (Shugart, Valdini y Suominen, 2005). Pero ¿qué tanto se mantienen estas dinámicas en elecciones a cargos de menor notoriedad? ¿Pueden los candidatos menos conocidos en elecciones con bajos niveles de interés ciudadano construir también bases de apoyo personal?

También sabemos que el gasto tiene un efecto positivo sobre el desempeño electoral de los candidatos. Controlando por la condición de incumbencia, los incumbentes que más gastan tienen mejores chances de mantener sus cargos. De la misma forma, aunque en general tienen menos chances que los incumbentes, los desafiantes que más gastan tienen mejores probabilidades de ser electos que aquellos desafiantes que gastan menos. Pero ¿es esto también cierto cuando el cargo en disputa es considerado de menor importancia y por lo tanto los electores prestan menos atención a esas campañas?

Con datos de elecciones a concejales en las 345 comunas de Chile, evaluamos si existe ventaja de los incumbentes en elecciones para cargos poco conocidos, si el tamaño de distrito influye sobre la capacidad de generar voto personal y si hay un efecto positivo de mayor gasto sobre el desempeño electoral de candidatos poco conocidos para cargos de menos importancia. Utilizando datos de incumbencia y gasto de 7.823 candidatos en las elecciones para concejales municipales en 2008, analizamos tres hipótesis que construimos a partir de la discusión teórica y que aplicamos a este caso de candidatos poco conocidos a cargos de menor importancia: si los incumbentes tienen una ventaja sobre los desafiantes, si la magnitud de distrito influye sobre la probabilidad de ser electo y si el gasto en campaña aumenta la probabilidad de ser electo.

En lo que sigue, presentamos primero la teoría que relaciona la condición de incumbencia con el desempeño electoral, la que analiza el efecto de las reglas electorales sobre el desempeño de los candidatos y la teoría que discute el efecto del gasto sobre el desempeño electoral. Después de plantear las hipótesis, justificamos por qué estudiamos un caso de candidatos poco conocidos para cargos considerados como menos importantes. Procedemos a discutir la metodología que utilizamos para obtener los datos y la forma en que construimos los indicadores. Luego presentamos el caso de las elecciones a concejales en Chile en 2008. Posteriormente realizamos un análisis descriptivo de los datos para luego proceder a un análisis inferencial que nos permite verificar la validez de las hipótesis. Terminamos con una reflexión sobre el porqué de los resultados y sobre cómo seguir avanzando para aplicar las teorías sobre el desempeño electoral a elecciones a cargos considerados como de menor importancia en las que participan candidatos que a su vez son poco conocidos.

 

1.1. El efecto de la incumbencia

Está ampliamente establecido que los candidatos titulares en sus cargos –incumbentes– poseen ventajas sobre los desafiantes al enfrentar una elección (King, 1991; Desposato y Petrocik, 2003). Ya que tienen más reconocimiento de nombre en sus distritos, mayor acceso a recursos públicos para hacerse conocidos y para direccionar recursos hacia programas en sus distritos, los incumbentes pueden ganar reputación por los logros del gobierno, por las políticas sociales implementadas y por las mejoras en calidad de vida que observa la población. Es cierto que los incumbentes también pueden ser castigados cuando la situación es mala o la gente percibe que el gobierno no ha hecho un buen trabajo. Pero aun en esas circunstancias, los incumbentes pueden reclamar responsabilidad por las políticas de mitigación que adoptan los gobiernos para enfrentar las crisis o por los reducidos éxitos que tenga el gobierno en algunas políticas sociales. La evidencia es concluyente respecto de que los incumbentes poseen ventajas respecto de los desafiantes al enfrentar una elección (King, 1991; Desposato y Petrocik, 2003). Esa ventaja también se ha observado en Chile (Bunker y Navia, 2015).

Parte de las razones que explican la ventaja del incumbente es el reconocimiento de nombre que alimenta la presencia del voto personal (Cain et al., 1987; Carey y Shugart, 1995; Cox y Katz, 1996). En sistemas electorales mayoritarios –como el caso del congreso estadounidense– los legisladores titulares o incumbentes aprovechan su mayor conocimiento de nombre y los recursos a los que tienen acceso en el ejercicio de sus cargos para construir una base de apoyo personal que disuade a potenciales desafiantes y que, por cierto, explica las altas tasas de reelección. Pero en elecciones que la gente considera poco importantes o en situaciones en que la gente no sabe quiénes son los incumbentes, la ventaja de los incumbentes presumiblemente debiera ser menor en tanto hay menos posibilidades de construir un voto personal. Si el incumbente se presenta a reelección a un cargo que la gente no considera importante, es menos probable que las personas conozcan su nombre o que asocien su desempeño a la implementación de determinadas políticas públicas o programas sociales. Si no hay reconocimiento de nombre, parecería razonable esperar que la ventaja del incumbente desapareciera, o al menos fuera sustancialmente menor.

Entre todos los cargos que se eligen democráticamente, los miembros de los concejos de gobiernos locales, conocidos como concejales o regidores en la mayoría de los países de América Latina, están entre los menos conocidos. Estudios previos sobre la ventaja de los incumbentes en distintos países de América Latina han reportado resultados contradictorios. Analizando resultados nacionales, Dix (1984) tempranamente advirtió que no existía una clara ventaja de los incumbentes en elecciones en América Latina. Córdova Aquino e Incio Coronado (2013) muestran que no hay tal ventaja en elecciones locales y provinciales en Perú. A su vez, Brambor y Ceneviva (2011) rechazan la existencia de ventaja del incumbente para el caso de elecciones municipales en Brasil, aunque De Magalhaes (2015) relativiza esas conclusiones al mostrar que los incumbentes, si bien tienen pocas chances de ganar, sus chances son superiores a las que tienen los desafiantes que se vuelven a presentar a una elección. En parte, el hecho que en Brasil se permita solo una reelección de alcaldes y que haya una alta tasa de cambios de partidos entre los políticos pudiera ayudar a explicar la menor ventaja de los incumbentes. Pero el caso de Chile parece ser una excepción. Edwards, Morales y Schuster (2012) muestran una alta ventaja de los incumbentes en elecciones de alcaldes, y Bunker y Navia (2013) muestran datos similares para el caso de los diputados en el periodo post 1990. A partir de esta discusión, nuestra primera hipótesis es que los concejales incumbentes tienen una ventaja sobre los desafiantes.

 

1.2. El efecto de las leyes electorales

Las leyes electorales son las reglas del juego que influyen en el comportamiento de los candidatos y de los votantes. De todas las leyes electorales, la magnitud de distrito –el número de cargos que se eligen en cada unidad electoral para cada tipo de elección– es probablemente la que más afecta el comportamiento de los candidatos y de los votantes.

En términos generales, la magnitud de distrito se diferencia entre elecciones uninominales y plurinominales. En las primeras, se elige un cargo por unidad electoral –como los alcaldes o presidentes–. En las elecciones plurinominales se elige más de un cargo. En este segundo caso, la posibilidad de resultar electo depende, entre otras cosas, de si la elección es con lista cerrada o con lista abierta. En lista cerrada, el orden de los candidatos en el voto está establecido por cada partido y los electores solo pueden votar por un partido. En cambio, cuando hay lista abierta, los electores pueden escoger a cualquier candidato en la lista de un partido y, si bien los escaños se asignan a cada partido, los candidatos que reciben esos escaños son los que más votos individuales obtuvieron en cada partido.

Naturalmente, la probabilidad de resultar electo depende de la magnitud del distrito y del tipo de lista –abierta a cerrada. En elecciones con representación proporcional con lista abierta, un candidato puede resultar electo gracias a la alta votación recibida por sus compañeros de lista– aunque el candidato haya obtenido una votación personal muy baja. Adicionalmente, buena parte de la literatura señala que el gasto de los incumbentes es menos efectivo en un contexto de elección uninominal. Benoit y Marsh (2008) sostienen que el gasto de incumbentes es considerablemente menos efectivo que el gasto de los desafiantes de otras listas, pero no es menos efectivo que el gasto de los desafiantes de la misma lista del candidato.

En cambio, en elecciones con alta magnitud de distrito no se encuentran diferencias significativas entre el gasto de los incumbente y el gasto de los desafiantes. Por ejemplo, en Brasil, Samuels (2001) determinó que el gasto en ambas categorías de candidatos es igual de efectiva. Asimismo, Maddens et al. (2006), al estudiar las elecciones en Flandes, bajo un método de elección proporcional con listas cerradas, concluyeron que el rendimiento del gasto en campaña es similar tanto para incumbentes como para desafiantes. La paridad en el rendimiento de gasto es un efecto “típico” en el contexto de un sistema electoral de elección proporcional. Luego, en elecciones proporcionales con lista abierta donde hay una mayor magnitud de distrito –y donde un candidato puede resultar electo pese a tener baja votación gracias a la alta votación que recibieron otros candidatos en su misma lista– mientras mayor sea la magnitud de distrito, menos efectos debiese tener el gasto de cada candidato. Además, como la proporcionalidad de un sistema electoral aumenta el número de candidatos electos, a mayor magnitud de distrito, mayor la probabilidad de que un candidato salga electo.

Ahora bien, en elecciones que la gente considera poco importantes en las que compiten candidatos poco conocidos, el efecto de una mayor magnitud de distrito debiera ser todavía mayor. Si la gente le presta poca atención a una elección y no sabe quiénes son los candidatos, una mayor magnitud de distrito debiera aumentar la posibilidad de todos los candidatos de resultar electos –especialmente de aquellos que menos gastan–. Luego, nuestra segunda hipótesis es que, a mayor magnitud de distrito, mayor probabilidad de ser electo para los candidatos a concejales que más gastan.

 

1.3. Efectos del gasto

Hay explicaciones contradictorias respecto del efecto del gasto en campaña sobre el desempeño electoral. Jacobson (1978, 1981, 1990) distingue entre incumbentes y desafiantes. Los primeros se benefician menos por el gasto en campaña, debido a que ya poseen un mayor reconocimiento de nombre y otros beneficios asociados al cargo que ostentan. Eso explica que su gasto rinda menos que el de los desafiantes, quienes obtienen mayores retornos marginales en su gasto debido a que poseen menos conocimiento inicial y no cuentan con los recursos y herramientas adicionales que poseen los incumbentes. Benoit y Marsh (2008) también encuentran que el gasto en campaña puede ser más favorable para desafiantes que para incumbentes, aunque, de cualquier manera, los candidatos que más gastan, independiente de su condición, tienen más probabilidad de ser electos. Levitt (1994) y Levitt y Wolfram (1994) sostienen que, al cuantificar el nivel de gasto, los incumbentes tienen una clara ventaja electoral en comparación a los desafiantes. Con una visión opuesta del efecto del gasto, Green y Krasno (1988) sostienen que los incumbentes pueden beneficiarse electoralmente al aumentar su nivel de gasto. Al no tener asegurada su victoria, un mayor gasto favorecería su competitividad e incluso mejoraría su imagen.

En Chile, distintos estudios han producido evidencia mixta. Agostini (2011) sostiene que existe una dimensión del gasto que se vincula de manera positiva con los candidatos incumbentes de los partidos mayoritarios con respecto de los candidatos desafiantes, quienes tendrían mayores dificultades de ser electos. Edwards et al. (2012) apuntan a que el gasto impacta más significativamente en los desafiantes que en los incumbentes. Por cada peso adicional que gasta un desafiante, su porcentaje de votos aumenta con mayor velocidad que el de un incumbente, quienes ya son rostros conocidos para el electorado. Aparentemente, este efecto es aún mayor entre los indecisos. Morales y Piñeiro (2010) también afirman que los desafiantes gastan para hacerse conocidos y los incumbentes gastan para mostrar los frutos de su administración. Asimismo, Díaz et al. (2006 y 2011) identifican diferencias fundamentales entre incumbentes y desafiantes en elecciones legislativas. El gasto en campaña se correlaciona positivamente con la probabilidad de ser electo, pero importa más en los desafiantes.

El argumento de que el dinero importa se basa en que el acceso a recursos permite llegar a más electores que están interesados en la campaña y que votarán en la elección. Pero si los electores no están muy interesados en la campaña, porque los cargos en juego son considerados de poca importancia, el efecto del gasto en campaña pudiera ser irrelevante. De qué sirve gastar más si la gente no le pone atención a la campaña. O, por el contrario, el gasto pudiera ser todavía más significativo. Precisamente porque la gente no le pone atención a la campaña, incurrir en mayor gasto da una ventaja a aquellos candidatos que pueden atraer la atención de electores desatentos y desinteresados. De hecho, aquí sugerimos que, dado que se trata de elecciones a puestos considerados como poco importantes en las que participan candidatos que en general son poco conocidos, el efecto del gasto debiese ser mayor precisamente porque la gente no le pone atención a la campaña y por lo tanto aquellos candidatos que tienen más recursos pueden llegar a más votantes desinteresados en el proceso.

Por lo tanto, la tercera hipótesis postula que un mayor gasto en campaña aumenta la probabilidad de ser electo de los candidatos a concejales.

 

2. PRESENTACIÓN DEL CASO

Después del retorno de la democracia en 1990, Chile realizó por primera vez elecciones municipales en 1992. Desde ese año, y cada cuatro años hasta 2000, los chilenos escogieron a los miembros del consejo municipal en forma conjunta con la elección de alcaldes. A partir de 2004, los chilenos votan de forma simultánea, pero en elecciones concurrentes, por los alcaldes de las 345 comunas del país y por los miembros del Concejo Municipal.

Las elecciones de concejales se rigen por un sistema de representación proporcional con lista abierta. Cada comuna elige, dependiendo de su población, a seis, ocho o diez concejales. Los electores escogen a un candidato en una lista presentada por un partido o por una coalición de partidos. Los votos se cuentan por listas, ordenando a los candidatos de acuerdo con su votación individual. Los escaños se asignan proporcionalmente a las listas, usando el método D’Hont, conocido en Chile como cifra repartidora. Dada la forma en que D’Hondt distribuye escaños, las listas más votadas son sobrerrepresentadas. El hecho que Chile utiliza un sistema de lista abierta para elecciones a concejales también estimula la proliferación de candidaturas individuales y el cultivo del voto personal. Aunque como los escaños se asignan a las listas, los candidatos independientes a menudo prefieren ser patrocinados por listas de partidos para aumentar sus posibilidades de ganar un escaño por su votación propia o al ser arrastrados por compañeros de lista que obtuvieron mayor votación. Por cierto, como los escaños se asignan por lista, también hay casos de candidatos con una alta votación individual que forman parte de listas que reciben baja votación y, por lo tanto, esos candidatos no alcanzan a conseguir un escaño, por lo que no logran ser electos. A su vez, hay candidatos que obtiene una votación individual baja pero que se benefician de la alta votación de compañeros de lista y son arrastrados –término que se usa comúnmente en Chile– al cargo por la popularidad de sus compañeros de lista.

En general, desde el retorno de la democracia, las elecciones municipales han generado una menor participación electoral que las elecciones presidenciales o legislativas. A su vez, desde 2004, cuando se separaron las elecciones de concejales y alcaldes, la tasa de votos nulos y blancos ha sido mayor para la contienda de concejales que para la de alcaldes. Es razonable asumir, por lo tanto, que las elecciones de concejales en Chile corresponden a lo que se conoce como elecciones de baja información –low information elections–. En este tipo de contiendas, los electores muchas veces desconocen los nombres de los candidatos. En parte, el hecho que las elecciones a concejales se realicen con un sistema de representación proporcional con lista abierta en la que se escogen seis, ocho o diez concejales por unidad electoral contribuye a que la gente tenga más dificultades para familiarizarse con los nombres de los candidatos a concejales que con los nombres de los candidatos a alcaldes. Después de todo, si en una comuna hay 4 o 5 candidatos a alcalde, fácilmente habrá más de 30 candidatos a concejales.

En la contienda de 2008, las dos coaliciones que tradicionalmente habían dominado la política chilena –la centroizquierdista Concertación, en el poder continuamente desde el retorno de la democracia en 1990, y la centroderechista Alianza– se mantuvieron con las dos coaliciones más votadas. Pero la Concertación se presentó en dos listas para la contienda de concejales –Concertación Democrática y Concertación Progresista. Como en la mayoría de las comunas cada coalición solo puede presentar hasta 6 candidatos –la cantidad de escaños a repartir– la Concertación optó por presentarse en dos listas para poder proponer más candidatos y así acomodar al mayor número de partidos que componen esa coalición (aunque esto llevara a la dispersión de su votación y, presumiblemente, disminuyera la cantidad de concejales electos de esa coalición).

El Cuadro 1 muestra los resultados de la contienda de concejales en Chile en 2008. La Alianza obtuvo la primera mayoría relativa de votos y escaños. Pero al sumar la votación de sus dos listas, la Concertación obtuvo tanto la primera mayoría relativa de votos (45,1%) como una mayoría de concejales electos (51,3%). La gran mayoría de los escaños (87%) fue para los candidatos de la Alianza y las dos listas de la Concertación. De los 9486 candidatos que compitieron en esa elección, 2146 (22,6%) ganaron un escaño en alguna de las 345 comunas del país. Por cierto, en promedio, cada comuna tuvo 27,5 candidatos a concejales, lo que fundamenta la aseveración de que, en general, este tipo de elección corresponde a lo que se conoce como una elección con bajos niveles de información.

Cuadro 1. Resultado de elecciones a concejales en Chile en 2008

Fuente: autores con datos del Servicio Electoral (Servel)

Ya que la adopción de un sistema de elecciones simultáneas pero separadas de concejales y alcaldes generó un periodo de ajuste mientras los partidos se adaptaban a las nuevas reglas, optamos por no analizar la contienda de 2004 sino que usamos los datos de la contienda municipal de 2008 cuando los actores ya habían tenido la oportunidad de participar en una elección bajo las nuevas reglas electorales y de financiamiento. Adicionalmente, como en 2012 se adoptó un sistema de inscripción automática y votación voluntaria, la elección de 2008 (con votación obligatoria, pero inscripción voluntaria) presentó incentivos particulares para los electores. Eso hace que el efecto del gasto en los resultados de la elección a concejales de 2008 no sea comparable con el de elecciones posteriores en 2012 y 2016.

 

3. METODOLOGÍA

Evaluamos los determinantes del desempeño electoral de candidatos poco conocidos en elecciones de baja información. Nos centramos en elecciones locales, que en general presentan una participación electoral menor que las elecciones nacionales. Esto en parte se debe a que, a menudo, los gobiernos locales tienen menos poder que los nacionales o regionales. Además, ese poder tiende a concentrarse en el alcalde democráticamente electo. Por eso, el cargo de concejal o regidor comunal aparece como uno de los menos apetecidos. De hecho, en el caso de Chile, de todos los cargos de elección popular, los concejales son los menos conocidos por la población –y, además, son los que reciben una menor remuneración por sus servicios que, por cierto, no requieren dedicación exclusiva ni constituyen un trabajo de tiempo completo–. A nivel nacional, a fines de 2008, en Chile había 38 senadores en el país, 120 diputados, 345 alcaldes y 2146 concejales. Resulta fácil predecir que la gente estaba mucho más familiarizada con los nombres de sus legisladores o alcaldes que con los nombres de los seis, ocho o diez concejales que representaban a sus respectivas unidades electorales.

Para evaluar el desempeño electoral de los candidatos a concejales –nuestro tipo de elección de candidatos poco conocidos en elecciones de menor importancia– utilizamos dos indicadores para la variable independiente. En primer lugar, consideramos el porcentaje de votos que obtuvo cada candidato. En segundo lugar, evaluamos dicotómicamente si el candidato fue electo o no resultó electo. Ya que el sistema electoral proporcional de lista abierta permite que algunos candidatos resulten electos por su votación personal y otros sean electos por el remanente de votos de la lista –lo que, coloquialmente en Chile se conoce como candidato arrastrado– usamos estos dos indicadores de desempeño electoral como variable dependiente. Un candidato con más votación personal tiene más posibilidades de ser electo, pero hay candidatos que resultan electos habiendo recibido una baja votación personal. Al estimar una correlación de Pearson entre los dos indicadores, encontramos que ese valor es de 0,727, lo que confirma una correlación alta entre el porcentaje de votos de un candidato y su probabilidad de resultar electo.

Nuestras variables independientes de interés son la condición de incumbencia de los candidatos, la magnitud de distrito de las comunas en que compitieron y el gasto en campaña de los candidatos.

Para identificar la condición de incumbencia, utilizamos los resultados por candidatos de 2004 y marcamos a todos los concejales ganadores en 2004 que se presentaron como candidatos en 2008. Adicionalmente, usamos otras variables de control, como la militancia del candidato en partidos de la Alianza o Concertación (en cualquiera de sus dos listas) y la tasa de ruralidad y pobreza de las comunas en que competía cada candidato. Estos últimos datos los obtuvimos del Sistema Nacional de Información Municipal (www.sinim.cl) para el año 2008.

Nuestra segunda variable independiente es la magnitud de distrito. El número de concejales que se escogen en cada comuna depende de la población inscrita en la comuna. Aquellas comunas con menos de 75 mil electores escogen seis concejales. Las comunas de 75 o más electores y menos de 150 mil escogen ocho concejales. Las comunas con 150 mil o más electores escogen diez concejales. El Cuadro 2 muestra el número de comunas que escogieron seis, ocho y diez concejales en 2008. También muestra la población promedio de cada grupo de comunas y la desviación estándar de la población. La mayoría de las comunas escogían solo seis concejales. Ya que solo hay cuatro comunas que en 2008 escogieron diez concejales, recodificamos el número de concejales como una variable dicotómica –seis concejales o más.

Cuadro 2. Distribución de tamaños del Concejo Comunal en las 345 comunas de Chile, 2008

Fuente: autores con datos del Servicio Electoral (Servel).

El Cuadro 3 muestra los datos descriptivos para las variables dependientes e independientes. Usamos una variable dummy para identificar a los candidatos de la Concertación y otra para los de la Alianza, en tanto ambas coaliciones concentran la mayor cantidad de concejales electos –51,8 y 40,6 respectivamente. De esta forma, la categoría tácita de referencia son los candidatos de partidos menores y los independientes–. También usamos, siguiendo lo que hacen otros estudios sobre el efecto del gasto sobre el desempeño electoral en Chile, la ruralidad y la pobreza de cada comuna como variables de control.

Cuadro 3. Estadísticas descriptivas de variables dependientes e independientes en elecciones
a concejales, Chile, 2008

Fuente: autores con datos de Servel y del Sistema Nacional de Información Municipal (Sinim).

Nuestra tercera variable independiente de interés es el gasto en campaña. Desde que en 2003 se adoptó también en Chile una ley que regulaba y parcialmente transparentaba el gasto en campaña, a partir de 2004, los candidatos deben reportar al Servicio Electoral (Servel) los gastos en que incurrieron en sus campañas. Servel entiende gasto electoral como “todo desembolso en que se incurra para el financiamiento de los equipos, oficinas y servicios de los partidos políticos y candidatos, con ocasión y a propósito de actos electorales” (Artículo 2, inciso 1°, Ley 19884).

En la página web del Servel se puede acceder a una base con información sobre el gasto que reportaron los candidatos. Esta base tiene información de 7.823 candidatos a concejal en 2008, lo que equivale al 82,5% de los 9.486 candidatos que compitieron en esa elección de acuerdo con la información que entrega, también en su página web, el Servel. Pese a que la ley establece que reportar gasto es obligatorio, el resto de los candidatos no reportó gasto. Esto pudiera ser porque no realizaron gasto o bien porque, habiendo realizado gasto en campaña, simplemente no reportaron. Pero dado que la base de gasto del Servel solo incluye a 7.823 candidatos en 2008, nuestra muestra está inevitablemente truncada por la falta de información.

Fusionamos la base de los 9.846 candidatos a concejales que entrega Servel con la base de gasto de los 7.823 candidatos también entregada por Servel, a partir de los nombres de los candidatos y de las comunas en las que compitieron. El proceso de fusión resultó en la identificación de 7.817 candidatos para los que encontramos información de su gasto y de su votación. Identificamos seis casos de candidatos que, presumiblemente por error en el tipeo de nombres o de identificación, aparecen como reportando gastos, pero no aparecen como candidatos en la base del Servel de las elecciones de concejales de 2008.

De la información válida para los 7.817 candidatos que reportaron válidamente gasto en 2008, el gasto total varió entre un mínimo de 0 (463 candidatos declararon no haber gastado en sus campañas) a un máximo de $ 48 856 256 de pesos de la época (US$ 75 163; a US$ 1 = $650). La media del gasto fue de 1,08 millones de pesos. La mediana fue de $ 447.380, con una desviación estándar de 2,1 millones. Esto es, la mitad de los candidatos gastaron menos de 450 mil pesos. De hecho, solo 2.130 candidatos (27,3%) reportaron haber gastado más de un millón de pesos.

Siguiendo a Acevedo y Navia (2015), utilizamos tres formas distintas de evaluar el gasto en campaña. Primero, analizamos el gasto de cada concejal dividido por la cantidad de votos obtenida. Este indicador, al que llamamos gasto por voto, permite una comparación simple y precisa respecto de cuánto gastó cada candidato. Pero este indicador tiene algunos problemas. En primer lugar, endogeniza la efectividad del gasto en campaña. Un candidato que gastó mucho dinero, pero obtuvo pocos votos, aparece con una alta tasa de gasto por voto, independientemente de la cantidad de votantes que había en esa comuna. Así, por ejemplo, un candidato que gastó $ 10 millones, compitió en una comuna con 50 mil votantes y obtuvo el 10% de los votos, aparece con un gasto de $ 2.000 por voto obtenido. A su vez, un candidato que gastó $ 200.000 en una comuna de 1.000 votantes y recibió el 10% de la votación tiene la misma tasa de gasto por voto, $ 2.000 pesos por voto obtenido. Pero este indicador no aísla el efecto de la eficiencia en el gasto de cada candidato. Así, si dos candidatos gastaron $ 10 millones en una comuna de 50 mil votantes, pero uno de ellos obtuvo el 10% de los votos y el otro solo el 5%, al usar el indicador de gasto por voto, el primero tendrá una tasa de $ 2.000 por voto y el segundo una tasa de $ 4.000 por voto. La diferencia en la tasa es la efectividad en el gasto.

Como el retorno por el gasto no es lineal respecto de la cantidad de votantes en cada comuna, este indicador produce distorsiones especialmente en comunas con pocos habitantes. Por ejemplo, en la comuna de General Lagos, el candidato del Partido Comunista, Manuel Órdenes, reportó haber gastado $ 622.880 y solo recibió 0,39% de la votación, lo que en esa comuna equivale a cinco votos, por lo que su gasto por voto fue de $ 124.576 pesos, una cifra especialmente alta. Si ese candidato hubiera gastado el mismo dinero en una comuna con tres veces el número de votantes y hubiera obtenido la misma votación porcentual, su gasto por voto hubiera sido $ 41.000.

Para controlar por la eficiencia en el gasto de cada candidato, la segunda forma de analizar el gasto es mediante un indicador que asocia el gasto de cada candidato a la cantidad de votantes en la comuna. De esta forma, ignoramos la efectividad en el gasto de cada candidato. Siguiendo el ejemplo anterior, los dos candidatos gastaron la misma cantidad y por lo tanto su gasto por voto emitido en la comuna fue el mismo. Cada candidato gastó $ 10 millones en una comuna donde votan 50 mil personas, por lo que el gasto por voto emitido fue de $ 200 pesos para cada candidato.

La tercera forma de medir el gasto busca combinar las fortalezas de los dos mecanismos anteriores. Así medimos el gasto por voto de cada candidato y lo ponderamos por el tamaño de la comuna. Esto es, por la cantidad de votos emitidos en cada comuna. De esta forma, normalizamos el gasto tomando en cuenta el número de votantes en cada comuna. El Cuadro 4 muestra el gasto por voto para todos los candidatos que obtuvieron votos (hubo seis candidatos que no recibieron ningún voto en sus comunas respectivas) y reportaron gasto (incluidos los que reportaron 0 pesos). Como queda en evidencia, la varianza es mayor cuando usamos el indicador de gasto por voto obtenido. La varianza es menor cuando usamos el tercer indicador de gasto, aquel que considera el gasto por voto obtenido ponderado por los votos válidamente emitidos en la comuna.

Cuadro 4. Estadísticas descriptivas del gasto electoral en la campaña de 2008

*Hay 6 candidatos a concejales que incurrieron en gasto, pero no obtuvieron ningún voto.

Fuente: autores con datos obtenidos del Servicio Electoral.

 

4. ANÁLISIS DESCRIPTIVO

De los 7.823 candidatos para los que tenemos información sobre su gasto en campaña y sus resultados electorales, identificamos 1.902 incumbentes y 5.921 desafiantes. El Cuadro 5 muestra una tabla cruzada con la condición de incumbencia y el resultado electoral para esos candidatos. Un 24,3% de los candidatos resultaron electos. Pero entre los incumbentes, esa cifra llegó al 53,4%. Si bien los incumbentes tienen mayores probabilidades de ser electos que los desafiantes, la tasa de reelección de los concejales incumbentes en Chile es menor a lo que se observa en elecciones de diputados (Bunker y Navia, 2015) y alcaldes (Edwards, Morales y Schuster, 2012).

Cuadro 5. Condición de incumbencia y probabilidad de ser electo,
elección de concejales en Chile, 2008

*La suma es de 7.809, porque no poseemos de su condición de incumbencia para 8 candidatos.

Fuente: autores con datos del Servicio Electoral (Servel).

Para indagar sobre el efecto de la condición de incumbencia, el gasto en campaña y el tamaño de distrito sobre el desempeño electoral, primero mostramos algunos datos descriptivos que dan cuenta de la relación de cada una de esas variables sobre el desempeño de los candidatos a concejales. La probabilidad de un incumbente de ser reelecto es mayor que la probabilidad de ganar que tiene un desafiante. De hecho, un 53,4% de los concejales incumbentes fue reelecto. Si bien esa cifra es sustancialmente superior al 15% de probabilidades de ganar que presentan los desafiantes, la tasa de éxito de los concejales incumbentes es menor que la de los incumbentes en otros cargos de elección popular en Chile (Bunker y Navia, 2015).

Adicionalmente, como la mayoría de los concejales pertenecen a las dos principales coaliciones –Alianza y Concertación– comparamos la tasa de éxito de los concejales incumbentes con los desafiantes distinguiendo por pertenencia a esas coaliciones y comparándola con candidatos independientes y de partidos menores. La tasa de éxito de los incumbentes de la Concertación es de 50%, mientras que en la Alianza es de un 40,2%. Sorpresivamente, la tasa de éxito de los incumbentes independientes o de partidos menores es superior, 67,8%. Esto parece indicar que los concejales independientes o de coaliciones menores construyen una fuerte votación personal y no dependen, por lo tanto, de su afiliación a alguna de las coaliciones dominantes. Es más, pudiera ser que los concejales populares incluso renuncien a sus coaliciones y se presenten como independientes porque, debido a su popularidad, tienen mejores opciones de ser electos. Con todo, los incumbentes tienen mejores chances de ser electos que los desafiantes, ya sea para los que militan en las dos principales coaliciones como para los incumbentes independientes o de partidos alternativos.

Cuadro 6. Condición de incumbencia y probabilidad de ser electo por militancia en coalición política. Elección de concejales en Chile, 2008

*La suma es de 7.809, porque no poseemos de su condición de incumbencia para 8 candidatos.

Fuente: autores con datos del Servicio Electoral (Servel)

El Cuadro 7 muestra diferencias de medias del gasto entre incumbentes y desafiantes a partir de si resultaron electos. Usamos dos indicadores de gasto, el gasto por voto obtenido y el gasto por voto obtenido ponderando por la cantidad de votos válidamente emitidos en la comuna. Debido a que tienen reconocimiento de nombre, los incumbentes debieran gastar menos que los desafiantes. La evidencia muestra que los desafiantes efectivamente gastan más que los incumbentes en ambos indicadores. Eso en principio confirma nuestra segunda hipótesis. A su vez, la evidencia también muestra que, cuando analizamos el gasto por voto obtenido, los candidatos ganadores gastan menos que los perdedores. Esto es cierto tanto para desafiantes como para incumbentes. Pero cuando analizamos el gasto por voto obtenido ponderando por los votos válidamente emitidos, hay diferencias en el gasto de los electos y no electos dependiendo de si son incumbentes o desafiantes. Los incumbentes electos gastan más que los no electos, pero los desafiantes electos gastan menos que los desafiantes no electos.

En el caso del total de los candidatos, si analizamos el rendimiento del gasto por voto obtenido ponderando por votos válidamente emitidos, se desprende que los candidatos electos efectivamente gastan más. Es más, los candidatos electos duplican su gasto ponderando por votos válidos en la comuna respecto de quienes no fueron electos. En este sentido, el resultado se vincula con el hecho de los desafiantes son los candidatos que tienen mayor incentivo a gastar que los incumbentes. Pero también parece confirmarse que un mayor gasto aumenta la probabilidad de ganar.

Cuadro 7. Rendimiento del gasto para candidatos electos y no electos según
condición de incumbencia, 2008

Fuente: autores con datos obtenidos del Servicio Electoral y del Observatorio Político-Electoral de la Universidad Diego Portales.

El Cuadro 8 muestra el gasto de los candidatos agrupando por la cantidad de concejales que se eligen en cada comuna. En general, en las comunas más grandes, los candidatos gastan menos por voto obtenido. Los concejales electos en las comunas con diez escaños gastan $1.459 por voto. Cuando se eligen ocho concejales, el gasto aumenta a $1.751 pesos por voto. Cuando se eligen seis concejales, el gasto es de $1.607 por voto. Esto parece indicar que hay economías de escala en el gasto. En el caso del gasto de cada candidato por votos emitidos, el indicador sugiere que los concejales electos de comunas con diez escaños (10) gastan cerca de un 60% menos que los concejales electos en comunas con 6 escaños. A su vez, los ganadores (electos) gastan bastante más que el total de los candidatos. Esto indica que el mayor gasto personal parece aumentar la probabilidad de ser electo.

Sin embargo, en el caso del gasto por voto ponderando por número de votos válidos en la comuna, nuevamente los concejales electos en las comunas con mayor número de escaños son los que menos gastan. En este caso, el gasto ponderado por votos válidos es de $0,0110 por voto. Mientras que, en el caso de los concejales electos en comunas con seis escaños, es ampliamente superior, $0,4728 pesos por voto. Los concejales electos gastan menos que el total de los candidatos cuando se pondera por votos válidos emitidos en la comuna.

Cuadro 8. Gasto por comuna respecto de la cantidad de concejales electos, 2008

Fuente: autores con datos del Servicio Electoral (Servel)

 

5. ANÁLISIS INFERENCIAL

Para evaluar el efecto de las variables de interés sobre la probabilidad de ser electo, presentamos dos tipos de regresiones. Primero, mostramos una regresión de mínimos cuadrados ordinarios, MCO, en la que la variable dependiente es el porcentaje de votos que obtiene cada candidato. Por razones de espacio, no mostramos las pruebas estadísticas realizadas a los modelos de regresión. Las variables independientes de interés son la condición de incumbencia, el número de concejales que se eligen en esa comuna y el gasto del candidato, medido de dos formas, como gasto total ponderando por votos válidos y como gasto por voto obtenido. Además, presentamos cuatro variables de control, la tasa de pobreza en la comuna, el porcentaje de población rural y si el candidato pertenece a la Alianza o a la Concertación.

Los resultados del Cuadro 9 muestran que el gasto no tiene efectos sobre el porcentaje de votos de cada candidato. Gastar más en la elección de concejales en 2008 no ayudó a los candidatos a recibir más votación. La condición de incumbencia importa mucho. Los incumbentes tienen más posibilidades de obtener mayor votación. Esto resulta especialmente decidor en tanto sabemos que los concejales tienen un reconocimiento de nombre mucho menor que el que tienen los alcaldes o legisladores. Aun así, ser incumbente influye positivamente en el porcentaje de votos que obtiene un candidato a concejal.

Los candidatos en comunas que eligen menos concejales –seis, en vez de ocho o diez– también tienen más chances de obtener una mejor votación, en tanto hay menos candidatos en total que se distribuyen el 100% de los votos de la comuna. Ser candidato de la Alianza o la Concertación –en comparación con candidatos de otros partidos o independientes– no ayuda a tener una mejor votación. Esto porque cada coalición puede nombrar tantos candidatos como concejales se eligen en la comuna, por lo que resulta común que esas coaliciones nombren a algunos candidatos a sabiendas que van a obtener una baja votación. A diferencia de lo que ocurría en esos años en las elecciones legislativas, donde se elegían dos candidatos por distrito y por lo tanto ambas coaliciones tendían a nombrar solo candidatos competitivos, en comunas que elegían 6 o más concejales, las coaliciones podían darse el lujo de nombrar candidatos que no fueran competitivos. A su vez, especialmente cuando hay candidatos incumbentes independientes que han construido una votación personal, su alta votación deprime la votación que recibe el conjunto de candidatos de las dos coaliciones dominantes.

Los resultados del Cuadro 9 confirman la primera y tercera hipótesis. Ser incumbente y ser candidato en comunas que eligen menos concejales contribuye a un mejor desempeño electoral. Pero la evidencia no permite confirmar nuestra segunda hipótesis. Un mayor gasto en campaña no contribuye a aumentar el porcentaje de votos que obtienen los candidatos a concejales.

Cuadro 9. Modelos MCO sobre el porcentaje de votos de los candidatos a concejal en Chile en 2008

Fuente: autores con datos de Servel y del Sistema Nacional de Información Municipal (Sinim).

** Estadísticamente significativo al 0.01

Ahora bien, la votación de un candidato es solo una de las variables que influye sobre su posibilidad de salir electo. Un candidato con baja votación puede ser electo si es arrastrado por un compañero de lista más popular. Por eso, también evaluamos el efecto de la condición de incumbencia, del tamaño de distrito y del gasto de los candidatos sobre su probabilidad de salir electo. Para ello usamos modelos de regresión logística binaria en los que la variable dependiente es si el candidato resultó electo, independientemente de su votación personal. El Cuadro 10 muestra esos resultados.

En ambos modelos, y a diferencia del Cuadro 9, usando los dos indicadores de gasto, el gasto por voto tiene un efecto positivo y estadísticamente significativo sobre la posibilidad de resultar electo. Luego, da la impresión de que, aunque no haya relación entre el gasto y la votación obtenida, sí hay relación entre el gasto y la probabilidad de ser electo. Esto pudiera ser porque los candidatos que más gastan logran beneficiarse de ser arrastrados por compañeros de lista más conocidos que gastan menos. Las otras variables se comportan de la forma esperada. La incumbencia aumenta la probabilidad de ser electo, al igual que competir en comunas con menos concejales. La pertenencia a la Alianza también aumenta las probabilidades de ser electo, respecto de los candidatos de coaliciones menores o independientes, lo que parece indicar que en la Alianza hay más candidatos a concejales arrastrados por la alta votación de compañeros de lista más populares. Luego, en este segundo set de modelos, podemos confirmar las tres hipótesis. La condición de incumbencia, un mayor gasto y una mayor magnitud de distrito aumentan las probabilidades de resultar electo.

Cuadro 10. Modelos de regresión binaria sobre la probabilidad de resultar electo concejal en Chile en 2008

Fuente: autores con datos de Servel y del Sistema Nacional de Información Municipal (Sinim).

**Estadísticamente significativo al 0.01 * Estadísticamente significativo al 0.05

Los Cuadros 9 y 10 muestran que la condición de incumbencia tiene un efecto importante tanto en la votación que obtienen los concejales como en su probabilidad de salir electo. Como ya hemos dicho, ya que el sistema electoral chileno es de representación proporcional con lista abierta, muchos concejales salen arrastrados por la alta votación de algunos compañeros de lista. Pero pese a que existe ese fenómeno, la condición de incumbente ayuda a tener más votación y aumenta la probabilidad de salir electo.

Pero el gasto en campaña, medido de dos formas distintas, no parece tener efecto sobre el porcentaje de votos que obtienen los candidatos. Gastar más como candidato a concejal no parece aumentar la votación que recibe el candidato. Ahora bien, el gasto sí tiene efecto sobre la probabilidad de que el candidato resulte electo. Si bien el efecto es marginal, resulta decidor que los candidatos que más gastan por voto obtenido tienen más probabilidad de resultar electos, ya sea por su votación propia o porque son arrastrados por la votación que obtuvieron en conjunto todos los miembros de la lista de ese candidato.

Finalmente, el número de concejales que se eligen en cada comuna también importa. En las comunas con menos concejales (seis, en vez de ocho o diez), también aumenta la probabilidad de obtener más votación –lo que no debiese sorprender en tanto hay menos candidatos entre los que se distribuye el 100% de los votos– y de salir electo, por la misma razón.

 

6. CONCLUSIÓN

Las elecciones a concejales constituyen casos especiales de competencia electoral, en tanto esta es una elección a la que los votantes prestan menor atención y porque los votantes en general desconocen los nombres de los candidatos y por lo tanto resulta más difícil construir una votación personal. En consecuencia, las variables que explican la probabilidad de victoria de los candidatos en elecciones competitivas donde los candidatos son conocidos pudieran no explicar el desempeño electoral y la probabilidad de victoria en estas elecciones para cargos de menor importancia.

Con datos de 7.823 candidatos que declararon gasto en la elección a concejales en Chile en 2008, y con información sobre su militancia partidista y su condición de incumbencia, evaluamos el efecto del número de concejales a elegir en cada comuna, de la condición de incumbencia y del gasto en campaña sobre el desempeño electoral de los candidatos y sobre su probabilidad de ser electos.

Encontramos que la incumbencia tiene un fuerte poder explicativo tanto sobre la votación que reciben los candidatos como sobre su probabilidad de ser electos. A su vez, reportamos que el gasto en campaña no afecta el desempeño electoral pero sí tiene un efecto positivo sobre la posibilidad de ser electo concejal. Finalmente, los candidatos tienen más posibilidades de tener mejor votación y de ser electos en comunas que eligen menos concejales.

Concluimos que, en elecciones que generan menor interés entre los votantes, importa más la condición de incumbencia que el gasto en campaña para explicar el desempeño electoral. Aunque el gasto en campaña ayuda a aumentar la probabilidad de ser electo. Por eso, incluso en elecciones para cargos de menor importancia y con candidatos que en general son menos conocidos, la condición de incumbencia y el gasto en campaña aumentan las probabilidades de ser electo.

 

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